GRUPO DE ESTUDIO SSIA-IVCPASA

miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL EVANGELIO VIVO; MISTERIO ENCARNADO E INCULTURANTE.

DISERTACIÓN ELABORADA POR:
LCDO. JUAN JOSE MONTIEL MONTIEL.
La inculturación en la formación sacerdotal.
Dentro de la importancia de la misión mesiánica, existe un elemento esencial, “la Evangelización, proclamar la palabra de Dios”. “Dios se ha valido de muchas formas para comunicarse con nosotros y últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo”[1], hecho carne, hecho hombre, es decir Jesús es la “Palabra que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre nosotros y nos manifestara los secretos de Dios”[2]. Jesucristo es pues, “hombre enviado a los hombres”[3] y que “habla palabras de Dios”[4].
Este Dios hecho carne anunciado en todo el Antiguo Testamento y que a la vez es liberador de toda alineación, dejó una tarea a sus apóstoles diciéndoles “vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos y enséñenles a cumplir todo lo que les he enseñado”[5], este mandato está destinado a todas las criaturas, y contiene las enseñanzas sobre el verdadero Reino de Dios, en donde verdaderamente se vive la común unión entre hermanos (ágape). Con este mandato, Jesús nos está diciendo que proclamemos ese mismo mensaje traído por Él de parte del Padre, y lo hizo, no con un lenguaje ajeno, desconocido, sino con el lenguaje  del pueblo (expresiones, símbolos, tradiciones).
Jesús es el Hijo de Dios “nacido de una mujer”[6](María), y es Dios Verdadero. Todo esto lo creemos gracias a la doctrina que contienen las enseñanzas apostólicas y las Sagradas Escrituras, fuente irrefutable de toda verdad. “Así Jesús se hizo uno de nosotros”[7] “para liberarnos de toda esclavitud de pecado, al darnos la gracia de la adopción filial y a reconciliarnos con Dios y los hombres”[8]. Jesucristo nace en un pueblo (Belén), vive en un pueblo (Nazareth), vive en una nación y nace con una nacionalidad, perteneciente a una raza a una cultura (judía), bajo unas leyes. Él, ante las autoridades es uno más de los ciudadanos comunes de su país, por tanto Jesucristo “en su encarnación asume y expresa todo lo humano, menos el pecado”[9]. Él no fue ningún ser ajeno a los judíos, ningún extraño a los problemas de la cultura en la que se había encarnado; tuvo que aprender a leer y a escribir en el lenguaje judío, aprendió a jugar a reír y a llorar, a contar historias, compartió con sus amigos en las pequeñas reuniones que hacía en su casa, pues, Él era hombre, y era judío.
Dentro de la vida terrenal de Jesús, existía una gran misión, proclamar la Buena Nueva, el Reino de Dios y el mensaje liberador lleno de justicia, igualdad, amor y sobre todo el ágape (entiéndase como el amor compartido entre hermanos y no como una simple filantropía o “altruismo extremista”Q), el verdadero amor hacia el prójimo “ámense los unos con los otros”[10].
Ahora nosotros debemos reflexionar y hacernos dos preguntas: ¿Cómo pudo llevar a cabo su misión?, ¿Qué medios utilizó?. La respuesta es muy sencilla. Él utilizó o se valió de su condición de Hombre, inserto dentro de una cultura y “habló palabras de Dios"[11]; en palabras de hombre, fue el primer inculturizador del mensaje divino. “Es necesario inculturar el Evangelio a la luz de la encarnación, que mueve el evangelizador a compartir su vida con el evangelizado”[12], es decir, comunión con el hombre, esto es lo que hizo Nuestro Señor, vivir con el pueblo, pensar con el pueblo, sentir con el pueblo, en ningún momento se alejó de la comunidad. Los nuevos evangelizadores de Cristo deben seguir este gran ejemplo de incuturación; de nada sirve que nosotros anunciemos y proclamemos algo que no practicamos o compartamos y, que en vez de inculturizar (¿Qué es inculturizar? Inculturar consiste en un proceso que supone un reconocimiento de los valores evangélicos que se ha mantenido más o menos puros en la actual cultura; Y el reconocimiento de nuevos valores que coinciden con el mensaje de CristoÁ), lo que hacemos es “transculturizar”, es decir, desplazar todos los valores culturales del pueblo ( al decir esto, no estamos generalizando, sino que hablamos de un pequeño sector que siempre opaca el sentido verdadero y liberador del Evangelio), alegando que no van acordes al Evangelio. Claro está, que no todos los valores son positivos. Lo que queremos referir es, que, “por medio de la incuturación, la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas, y al mismo tiempo introduce a los pueblos con sus culturas en una misma comunidad (común unión); transmite a las mismas sus propios valores, asumiendo lo bueno en ellas y renovando desde dentro”[13]. Con esto podemos afirmar que, la Iglesia es, además de ser inculturizadora, culturizante, si no lo es, deberá serlo, por ende nuestra “evangelización debe continuar en la línea de la encarnación del Verbo”[14]. En palabras de Pablo VI, esta misión inculturizadora debe estar centrada en el Reino de Dio, “la Iglesia rechaza la substitución del reino por la proclamación de las liberaciones humanas, y proclama también su contribución a la liberación no sería completa si descuidara anunciar la Salvación en Jesucristo”[15].
¿Qué significado tiene entonces, el misterio de la encarnación de Jesús en nuestra actualidad?, ¿Cómo la estamos enfocando hacia nuestra Misión Evangélica?. Estas dos preguntas deberíamos formulárnoslas diariamente como cristianos que somos, pues, de nada sirve entonces que Jesús se haya encarnado en la humanidad. Si nosotros no estamos dispuestos a propagar el misterio salvífico de la encarnación redentora y liberadora de Nuestro Señor Jesús.
Jesús, es el primer propagador del Evangelio, “Él tiene palabras de vida eterna”[16], si Jesús tiene la “Palabra”a que da Vida, no cualquier vida, sino la Vida al acceso a la presencia del Señor, es decir la comunión filial entre Padre e Hijo, que recibimos gracias a Jesús en su anuncio (Kerygma) y en su sacrificio (Eucaristía), quien crea en este mensaje y sobre todo quien crea en Jesús obtendrá la recompensa que promete la Palabra: “en verdad, en verdad os digo, el que cree tiene Vida eterna”[17]. Jesús, no vino al mundo a hablar por su cuenta, sino, en nombre del que lo envió “mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado”[18]; por eso la veracidad del Evangelio proclamado por Jesús. Si él cumplió con su misión, ¿Por qué nosotros no podemos cumplir con la nuestra?, la de continuar esta labor evangelizadora e inculturizadora.
¿Qué significa inculturizar?
<<Inculturizar es una palabra todavía nueva tras de la cual hay una visión teológica también nueva que genera acciones concretas de respuestas del Evangelio a las transformaciones culturales. Uno de los más grandes inculturizadores es Cristo Jesús, en virtud de su encarnación “asume y expresa todo lo humano, menos el pecado” [19], Cristo se ha unido en cierto modo a todo hombre, Él se inserta en el corazón de la humanidad e invita a todas las culturas a dejarse llevar por su Espíritu hacia la plenitud, elevando en ellas lo que es bueno y purificando lo que se encuentra marcado por el pecado. Toda evangelización ha de ser inculturacíon del Evangelio.
La inculturación es el esfuerzo por encarnar el Evangelio en las culturas (indígena o no indígena, étnica o no étnica), e intenta la incorporación de valores evangélicos que están ausentes de la cultura, o porque se han oscurecido, o porque han llegado ha desaparecer.
“El fundamento teológico de la inculturación se encuentra en la encarnación del Hijo de Dios, que asumió las condiciones culturales de los pueblos”[20] este fundamento enmarca todo el simbolismo socio-cultural del pueblo, es decir, el uso del lenguaje y de símbolos comprensible y apropiados. Jesús se encarnó y asumió la cultura judía, nosotros vivimos, nos movemos dentro de una cultura, entonces pongamos en practica en nuestras vidas el Evangelio de amor, liberación, es decir, encarnar primero el evangelio y luego enseñar al otro (al prójimo), a que encarne, asuma los valores que trae el Evangelio>>[21], y decir a viva voz, he decidido vivir a la manera de Cristo.
¿Cuál es lo opuesto a la inculturación?
<<Lo opuesto a la inculturación, es la aculturación. La palabra aculturación designa los fenómenos que se producen cuando unos grupos de individuos viven en continuo contacto;  y de los cambios que allí se siguen en los modelos culturales de uno de los dos grupos, es decir, el producto de la aculturación, se observa cuando un individuo asume la cultura del otro y desplaza por completo la suya>>[22].
¿En qué sentido es importante inculturizar dentro de un seminario?
            Primero hay que responder de la siguiente forma: la formación dentro de un seminario, apunta hacia la configuración plena del aspirante al ministerio sacerdotal de Cristo. Pues, el mismo Cristo, al leer en la sinagoga un pasaje del Antiguo Testamento, del libro de Isaías: “el Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para anunciar la Buena Nueva y para proclamar la libertad a los cautivos”[23], afirmó que esta lectura se había cumplido en Él, “esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”[24]. En efecto, “Jesús se presenta a sí mismo como lleno del Espíritu, ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”[25]; es el Mesías Sacerdote y Profeta. Por consiguiente, el futuro “presbítero participa de la consagración y misión de Cristo de un modo específico y auténtico, mediante el sacramento del Orden, en virtud del cual está configurado en su ser con Cristo cabeza y pastor, y comparte la misión de anunciar a los pobres la Buena Noticia en el nombre y en la persona del mismo Cristo”[26]. Debemos entender que “toda la educación de los alumnos (del seminario) debe tender a que se formen verdaderos pastores de las almas a ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor; prepárense, por consiguiente (los seminaristas) para el ministerio de la palabra: que entiendan cada vez mejor la Palabra Revelada de Dios”[27]. Para ser así verdaderos maestros del Evangelio anunciado y proclamado, sin temor a ser callados.
            La misión de Jesús, conlleva a que el aspirante al sacerdocio y, al que ya está ordenado proclame la Palabra Encarnada y Revelada en Jesús. A proclamar como Él; inculturando  a los marginados, quienes son los más necesitados de la Palabra; enseñada desde su lenguaje, desde su idiosincrasia o ideología, o sea, saber hablar, pensar, sentir y vivir, es decir encarnar la situación que atraviesa el marginado. Claro está, sin alienarse de su condición ni mucho menos alienarlos a ellos, y lo más importante, sin perder la verdadera identidad del mensaje del Evangelio que se centra en Cristo. Este ha sido uno de los últimos mandatos de Jesús a sus apóstoles, y que tiene un carácter trascendental, universal y sin fronteras, “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las criaturas”[28]. Por esta razón él formando, debe entonces plantearse un compromiso y una opción concreta (además de la que ya ha hecho, al querer seguir a Jesús), como la que hizo Nuestro Señor. Optar por el compromiso por los pobres (entiéndase los más necesitados de la palabra y la salvación traída y anunciada por Jesús), quienes verdaderamente no han entendido el Evangelio, sólo porque no se les ha enseñado en su lenguaje (aquí no nos referimos a una sola cultura, sino a todas), por eso la deserción de los cristianos de la fe católica es grande, pues no se le ha respondido a su nivel o simplemente no se les ha elevado a la condición de hijos de Dios capaces de conocer y entender la verdad que es Cristo mismo. “Quienes no han recibido esta educación deben ser considerados los más pobres, por lo tanto, más necesitados de la acción educadora de la Iglesia”[29]. “Sin una adecuada formación humana, toda la formación sacerdotal estaría privada de su fundamento necesario..., el joven está llamado a ser imagen viva (de Cristo)..., a una perfección que en el Hijo de Dios hecho hombre y que se transparenta con singular eficacia en sus actitudes hacia los demás (amor al prójimo)..., además, el ministerio del sacerdocio consiste en anunciar la palabra, celebrar los sacramentos, guiar en la caridad, siempre a hombres concretos, todo sacerdote es tomado de entre los hombres”[30]. Volvamos a tocar el tema de la inculturación de los pueblos, presentando una opción que apunta a nuestras raíces, la opción por los indígenas. “muchos piensan, a veces, que lo importante es evangelizar, a veces entendido de una manera decorativa y estilizada, es decir una evangelización falaz, y no están concientes de que evangelizar es una opción llena de vida, y tratándose de las culturas (indígenas), es penetrar hasta las raíces, claro está, tomando siempre como punto de partida la persona (su dignidad) y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”[31]. ¿Nos estaremos preparando para asumir una realidad tan grande como esta?. La de inculturar el Evangelio como lo hizo Nuestro Señor Jesucristo, que encarnó una cultura específica, que vivió dentro de una sociedad. Bueno, cada quien es libre de decidir lo bueno para su formación, pero, ¿Dónde queda el mandato de anunciar el Evangelio a todos los pueblos?. Si no tenemos a veces la intención de aprender el modo de cómo inculturar o evangelizar a una persona ( en particular al indígena), porque, para que esta persona (indígena) pueda entender una oración, tiene que, primero comprender su significado desde su concepción, hablarle de vida eterna como un encuentro con Dios, sin siquiera comprender el significado de la muerte. Nos tocaría a nosotros asumir y encarnarnos dentro de su cultura como, resaltar sus valores, dignificarlos como hijos que son de Dios.





[1] Carta a los Hebreos cap. 1, 1-2.
[2] Evangelio de Juan cap. 1, 1-18.
[3] Constitución dogmática Dei Verbum, cap I Nº 4.
[4] Evangelio de Juan cap, 3, 34.
[5] Evangelio de Mateo cap, 28, 19-20.
[6] Carta a los Gálatas cap 4,4.
[7] Documento de Santo Domingo Nº 4.
[8] Ídem Nº 8.
[9] Ídem Nº 228
Q al referirnos a altruismo extremista, nos referimos a una exagerada elevación del otro, es decir, por ejemplo, si estamos luchando a favor o por los derechos del hombre hasta sacrificarnos y, si el otro no ha comprendido el significado de este sacrificio y el significado de sus derechos como ser humano, entonces le estaremos acostumbrando a que otros trabajen por él.
[10] Evangelio de Juan cap. 1,12.
[11] Ídem. Cap. 3, 34.
[12] Documento de Santo Domingo Nº 230.
Á Inculturar o inculturizar supone, una reactivación de los valores propios de una cultura especifica, es decir, el evangelizador debe asumir, junto con el evangelizado, la conciencia de cultura creada y establecida por Dios, enseñando en el propio lenguaje.
[13] Carta encíclica de S.S. Juan Pablo II. Rdemptoris Missio Nº 52.
[14] Documento de Santo Domingo Nº 30.
[15] Evangelii Nuntiandi Nº 34.
[16] Evangelio de San Juan cap. 6,68.
a Entendamos Palabra por logos, es decir el verbo encarnado la razón de todo lo existente, se la descripción que hace San Juan en su evangelio cap 1,1ss.
[17] Evangelio de San Juan cap. 6,47.
[18] Ídem cap. 7,16.
[19] Documento de Santo Domingo Nº 228
[20] Cf. Hb 4; SD Nº 228.
[21] Cf. Diccionario de la Cultura. Herver Carrier, editorial Verbo Divino. Pgs. 244-245.
[22] Ídem pgs. 16-17.
[23] Libro de Isaías cap. 61,1-2.
[24] Evangelio de Lucas cap. 4,21
[25] pastores Davo Vobis Nº 11.
[26] Ídem. Nº 18
[27] Prebisterorum Ordinis, cap III, Nº 4.
[28] Evangelio de San Marcos cap.16, 15.
[29] Documento de Puebla Nº 1034.
[30] Cf. Pastores Davo Vobis Nº 43.
[31] Cf. Evangelii Nuntiandi Nº 20.

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