GRUPO DE ESTUDIO SSIA-IVCPASA

domingo, 21 de octubre de 2012

APROXIMACIONES SOBRE LA COSMOLOGIA WAYUU



Disertaciones Hechas sobre los “Wayuu” desde la obra
“El Camino de los Indios Muertos” de Michel Perrin.
 Realizado por:
Juan José Montiel Montiel
Licenciado en Filosofía


“Los”Wayuu”
         A continuación presentamos un articulo que busca de una manera sencilla presentar los elementos que desdeñan la “Cosmología del pueblo “Wayuu””. Es decir los elementos místicos, lingüísticos y sociológicos insertos dentro del acervo cultural de la etnia wayuu, más conocida con el gentilicio de Goajiro.
         Para abordar este tema. Primero comencemos por definir de una manera aproximada lo que significa la palabra goajiro. Veamos algunas aproximaciones que han hecho algunos interesados en esclarecer esta terminología. El investigador Adolfo Salazar Quijada al respecto nos hace una relación sobre el toponimo “guajira” el cual ha tenido varias formas de escritura; “en 1948, figura el nombre Goagira para el respectivo Municipio del Estado Zulia, denominación que se usó en 1941, 1926, 1891 y 1873, pero en 1936 se escribió Guajira y en 1920 Guagira… en el XI censo general de la población de 1961 lo escriben a veces Goajira y otras veces Guajira”[1]. Con esto inferimos que el termino Guajira ha tenido varias variante en cuanto a su escritura pero no ha tenido un claro origen por tal razón no nos topamos con una definición sobre su significado. Veamos ahora otras aproximaciones; el Padre Vegamán quien afirma que esta terminología etimológicamente tiene un origen del “toponimo Guarauno y… que en la lengua guarauna dicho vocablo se descompondría de “Gua” = embarcación y “jiro” = nuevo. Lo cual equivaldría a embarcación nueva”[2]. Viendo esta postura simplemente decimos que no se acerca al verdadero sentido a una definición que ayude a decir que se acepción cierta del significado de guajiro. Sigamos con las aproximaciones, ahora siguiendo el mismo orden nos encontramos con otro trabajo realizada por el Padre Fray Cesáreo de Armellada quien sostiene que “goajiro es una variante de la voz “guashir” que significa rico”[3]. Podemos decir ante esta afirmación, que fonemáticamente se aproxima ahora bien, etimológica y culturalmente no se acerca a un sentido propio sobre el significado de la palabra.
         Nos toca a nosotros desde nuestra ideología cultural decir que el término o la palabra goajiro fue el nombre con que nos denominaron los colonizadores españoles y que ha perdurado hasta nuestros días, para designar a nuestro pueblo o simplemente a veces con un tono peyorativo para hacer mofas.
         Pero el pueblo de los goajiros se llama a sí mismo con el nombre de “Wayuu”. Por tal razón decíamos al principio, que la palabra goajiro es un simple gentilicio o toponimia, es decir, que determina el lugar de procedencia o de una ubicación geográfica.
         Ahora bien, ya aclaramos un poco lo que significa la palabra Goajiro, ahora nos toca responder a la cuestión sobre el sentido que encierra la palabra “Wayuu”, esta palabra tiene varios sentidos, primero significa persona, es decir, representa a la misma humanidad del Ser Humano desde la visión cultural. también puede ser utilizada para designar una raza, estirpe, o designar un género; es decir, lo que designa a un grupo de individuos con las mismas categorías o características, y que es una palabra ambivalente, que designa tanto el hombre como a la mujer, por ejemplo: la acepción “Wayuu” designa al ser humano como ya decíamos, al ser como persona y su genero, “Wayuu” tóolo, “Wayuu” jieer, es decir, hombre o mujer, pero sabemos que la palabra predominante a través de los siglos para designar a los “Wayuu” a sido siempre goajiro o guajira, cosa que hay que ir reformando.
         Los Wayuu forman una de las más vastas etnias indias de las tierras de América del sur. Viven en la península de la guajira que se extiende hasta el mar caribe en el extremo norte del continente. Que a pesar de los siglos y la misma evolución cultural que ha sufrido nuestra humanidad, es una de las que se ha conservado casi pura en todo su acervo cultural, entiéndase idioma, costumbres, ritos etc,.
         Veamos algunas características étnicas, que definen un poco a esta cultura:
         Para los guajiros el pastoreo de bovinos tiene el más grande valor, pero su crianza es limitada por grandes dificultades ecológicas, su ganado se compone fundamentalmente de ovejas, de cabras y reses. El ganado constituye la fracción más importante de las prestaciones matrimoniales y sirve como indemnización de compensaciones de todo orden, quitemos de nuestra mente que el wayuu compra o vende a algún miembro femenino de su familia, sino que a través de la indemnización busca respeto y valorar por sobre todo la humanidad de ese Ser; pero que además es una manera simbólica de retribuirle a sus progenitores la crianza en caso de que pedida en matrimonio. También, procura a los guajiros la mayor parte de sus ingresos monetarios.
         Otra fuente de ingreso monetario la constituye la artesanía de chinchorros, sacos tejidos. Otro factor que hoy en día se ha convertido como fuente de ingreso económico es la caza y la pesca pero que se han quedado en actividades secundarias meramente artesanales. Hoy día un número ínfimo de wayuu vive de ellas exclusivamente.
         Una de las actividades tradicionales del wayuu era la siembra, y que practicaba en una huerta familiar en la cual se plantan durante las primeras lluvias, maíz, yuca, diferentes clases de frijoles, melones y patillas. Esta horticultura es efímera, por la simple razón de estar sujeta a la temporada de lluvias y que se torna cada vez más insegura por los fenómenos climatológicos. Aportando durante dos o tres meses solamente un crecimiento importante de los recursos alimenticios.
         Cuando recorremos el territorio de la Guajira podemos apreciar que el habitad goajiro está fuertemente diseminado. Una casa pequeña donde se cuelgan en la noche los chinchorros, un espacio limitado por un cerco de cactus o de ramajes reservados a la cocina, un tejado bajo los cuales se desarrollan las actividades del día, más una o dos cercas (corrales) para los ovinos y los caprinos; he ahí el cuadro de la familia nuclear. Algunas decenas de habitaciones parecidas dispersas sobre algunas hectáreas que constituyen la unidad de la residencia, a este lugar se le llama “mii’chipüle o pii’chipüle” literalmente el “lugar de las casas”, pero con el pasar de los años y con la ayuda inevitable de la aculturación éste habitad se ha modificado, convirtiéndose en grandes casas de bloques y techos de asbesto, claro está, para las familias pudientes, con sus electrodomésticos alimentados por plantas de energía y los no pudientes se han conformado en seguir con sus casas de barro o sus simples enramadas.
         La sociedad guajira está dividida según Perrin, “en clanes matriliniales, cada uno de ellos lleva asociado un “Animal totémico” estos clanes se encuentran diseminados en todo el territorio[4]. La palabra wayuu que designa esta entidad es “Eirükü”, que quiere decir también “carne”, o “la carne”. Por ejemplo “Teirükü” significa mi clan, mi carne; “Keirüka” quiere decir pertenecer a un clan o tener carne. Ésta palabra posee el mayor peso de los significados para el Wayuu pues designa todo su origen, prestigio, en otras palabras es la cedula de identidad de los wayuu en toda la Guajira. Pero también trae sus desventajas, pues no todo Wayuu puede alardear de su casta debido a las grandes guerras vividas entre familias y clanes, quien hiciera alardes de su estirpe teniendo antecedentes de algún conflicto o querella no resuelta, de la cual así no haya participado estaría sujeto a ser asesinado.
         Los clanes “son un tipo”de organización social en el que sus miembros reconocen a un “antepasado” o un personaje trascendente. “Algunos clanes son conocidos como pobres y otros como afortunados y políticamente muy influyentes, por ejemplo, están los casos del clan wouliyuu asociados con la perdiz, y del clan Üliianá asociado al jaguar. Pertenecer a un clan como ya decíamos, define por lo tanto el principio de identidad social y el status de un individuo, sin embargo hoy en día han perdido su importancia sociológica y política a beneficio de las unidades matriliniales más pequeñas”[5]. El clan matrilinial, es entonces una continuidad a las herencias ancestrales que se reciben por medio de la madre, es entonces que la mujer es la cabeza del Gen de la sociedad Wayuu, como se diría en wayuunaiki “Tü Jietka’ shia tü Weirü’küka’” la mujer es de quien recibimos nuestro clan. El padre es simplemente un “Oüpayü” un pariente del cual no se reciben ninguna identidad, pero es también el represente de la familia a la hora de alguna querella y el maestro del joven que se preparará en el futuro.
         El matrilinaje máximo es la mayor unidad política y jurídica de la sociedad guajira, su importancia es proporcional al número y a la riqueza de sus miembros, así como el prestigio de su jefe (alaüla’-anciano).
         El matrilinaje mínimo, cuyas funciones son – a pequeña escala-, comparables aquellos del matrilinaje máximo, es hoy día teóricamente el mayor grupo exogámico.
         Según el estudio de Perrin, se contaban alrededor de unos 30 clanes. Aclara también que la cantidad era muy variable y que su localización era difícil pues estaban diseminados por toda la región.
         Siguiendo la interpretación hecha por Perrin encontramos los clanes puros y una mezcla entre clanes, en los clanes puros podemos encontrar a los A´apüshana, Epieyuu, Epinayuu, Iipuana, Jayaliyuu, Jinnú, Üliana. Encontramos también los clanes que reciben el nombre de un animal diferente según el lugar. Así hablan de los Uliana- Kalcura (Jaguar) que habitan en el sudoeste de la zona indígena, los Uliana-at´púnaa (Uliana-Conejo) que viven en el noroeste de la península, los Uliana-Musa (Uliana-gato) del noroeste.
Por otra parte, han aparecido nuevos nombre de clanes, derivados de los nombres tradicionales. Totos se aplican, dicen los goajiro, a los grupos separados geográficamente de los clanes Originales.

“ Los Mitos”

         Originalmente, en la historia del hombre para darle sentido a su identidad o para narrar alguna hazaña, triunfos, fracasos o el nacimiento de algún personaje, utilizaban la pictografía “Escritura en la que los conceptos son representados por medio de los dibujos de los objetos”.
         Con el transcurrir de los siglos el hombre se valió de otros métodos, empezó a utilizar la alegoría que es simplemente la Representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras o atributos es decir, una Figura retórica que consiste en hilvanar metáforas expresando un sentido recto y otro figurado, para dar a entender una cosa a través de otra diferente. Para hacer comparaciones de la vida cotidiana, para transmitir alguna enseñanza o para darle sentido a su devenir a través del tiempo.
         Posteriormente los hombres empezaron a utilizar las narraciones (de sus tradiciones, leyendas, y hasta su cosmogénesis o cosmogonía de una manera oral). Así los sucesos más importantes se iban difundiendo de una generación a otra. En muchas ocasiones estas narraciones carecían de credibilidad por el hecho de presentar en ocasiones caracteres ficticias, someras y hasta exageradas. Así surgen los mitos.
         Los mitos son relatos “transmitidos por una tradición de antigüedad remota, que refiere y hace presentes, en estrecha relación con el culto y en un lenguaje imaginativo las acciones de dioses y personajes sobrehumanos que instauraron en un tiempo originario el mundo, el hombre y el orden en que ambos viven”.
         En la mitología “Wayuu”, encontramos una gran diversidad de maneras para transmitir a los descendientes toda una cosmogonía y teogonía y como es de notar, desdeñan elementos que penetran en el plano religioso y filosófico. Los mitos han constituido en esta sociedad sin escritura la manera más valida de conservar su identidad.
         El método más común que utilizaban y siguen utilizando los “Wayuu” ha sido el canto, llamado JAYEECHI, este canto está formado por un gran número de coplas a veces repetitivo, entre las cuales el cantante observa un ligero alto, para retomar el aliento, puede durar muchas horas y constituyen así una verdadera prueba de duración. Su contenido es anecdótico o histórico.
         Podemos añadir que “el mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos. Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los seres sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea esta la realidad total, el cosmos (...) un comportamiento humano (...) el pensamiento mítico es expresión”[6].
         Del origen. Un mito siempre se refiere a los acontecimientos pasados: antes de la creación del mundo, no obstante los primeros tiempos o en todo caso, hace mucho tiempo “unos de los mitos más olvidados es el de Maleiiwa, un Dios Demiurgo, creador de los hombres y modificador del mundo, muchos de nosotros conocemos el nombre solamente, pero a la vez lo desconocemos por completo. (insertar mito de maleiwa)
         Otros mitos muy citados entre los “Wayuu” son los que relata la historia sobre los fenómenos sobrenaturales como Püloi, Juya´, wanülü, Yoluja´, que representan para los “Wayuu” una existencia real y que son frente de sus preocupaciones y tormentos casi diarios. Estos evocan la enfermedad, la muerte, el más allá. Los “Wayuu” se sienten siempre aludidos con esta clase de relatos.
         Otro tipo de relatos hasta de los animales domésticos: el caballo, la vaca, la cabra, la oveja, todos estos mitos son de gran interés porque puede esclarecernos sobre la manera en la cual se elabora o se transforma un mito.

“TÜ AYON’NAJAKA”

            La danza, baile o yonna, es sin ninguna duda la manifestación colectiva más popular en la actualidad y la más corrientemente practicada. Los pretextos para organizar una danza yonna son tan diversos como numerosos. Ella celebra acontecimientos, tales como: los “matrimonios” el comienzo o el fin de un periodo de la reclusión de las muchachas, los éxitos económicos. Es ofrecida en testimonio durante las visitas más importantes. Es frecuentemente prescrita por los PIACHES, exigida, dicen ellos, por sus espíritus como condición del retorno del alma y la curación de los enfermos. La yonna es la ocasión principal para los miembros de grupos locales separados por un habitante muy dispersado para llevar en efecto una reunión por algunas horas o uno o dos días. Siempre acompañado por una distribución de alimentos y de bebidas por parte del grupo familiar que la organiza, entra en un ciclo de presentaciones y de intercambios económicos.
            La Yonna se desarrolla cerca de la casa del huésped, sobre un terreno despejado y plano previamente limpiado y sin vestigio de objetos que puedan herir los pies de los bailarines. Esta pista es conocida como “Pioi”; es toscamente circular y mide más o menos de diez a quince metros de diámetro. Los movimientos son ejecutados por una pareja al ritmo del tambor, Kaashi´, con el rostro pintado el hombre lleva una corona rematada en un penacho llamado “Karatze”, esta corona es reservada en la actualidad para esa ceremonia. La bailarina lleva igualmente el rostro pintado pero con otros motivos y está vestida con un largo chall llamado Kousü, o manta Kousü, que le cubre la cabeza y cae hasta el suelo. El hombre retrocede frente a la mujer que avanza hacia él con pequeños y rápidos pasos e intenta hacerle caer a tierra. Con los brazos separados la mujer mantiene su Kousü colgado de sus manos con los que igualmente toma los dos lados de su traje, lo que de frente y de espalda le da una muy elegante silueta. El bailarín estimula el entusiasmo de su pareja exclamando “wuasé, pusaja´ mirrua”: ¡Ve a buscar a tu hermana menor! (sobreentendido, si no eres capaz de hacerme caer). Las mujeres se suceden hasta que el hombre cae en tierra o se reconoce cansado. En la primera eventualidad la caída es acompañada de aullidos entusiastas y dicharachos de los espectadores reunidos alrededor de la pista. Otro hombre viene entonces a remplazarlo o una nueva pareja entra en la pista. En promedio un hombre baila consecuentemente con tres o cuatro bailarinas.

La semiótica del yonna
         Según Perrin, La yonna mima una verdadera lucha entre el hombre y la mujer. En ello, por decirlo así, se representa toda evidencia a la pareja “Wayuu” y a la poliginia; múltiples mujeres se suceden para atacar y abatir al hombre, único y no relevable. El vestido de la pareja de bailarines parece una prueba de validez de esta interpretación simbólica de la danza o yonna. El karatse o akiaalaja que reviste al bailarín y a veces el tocador de tambor, está formado por una corona trenzada (Koosü) y de un brazo (atüna) hecho de plumas de guacamayo o de gallo, pavo real o a veces de cola de zorro, este brazo está tejido a la corona por intermedio de una ligadera regular de hilos de varios colores.El karratse representaría, por lo tanto, según el estudio realizado por Michael Perrin, a juya con su ojo y su único brazo. De manera más flexible, pero no menos clara el vestido de la danzarina, la que por el agujero de su chal deja apenas entrever su rostro, simboliza a Puloi, subterránea, escondida, oscura.
ACHEPÜ O ACHEPA.
     Esta palabra significa pintura facial me sirve para proteger el rostro contra las inclemencias del sol.
     Los “Wayuu” tienen dos formas de pintura facial unos son las pinturas lineales que son empleadas en ocasiones de fiesta, sobre todo para la danza YONNA. Estas pinturas son de origen vegetal estas son de color rojo ladrillo o azul oscuro, según la naturaleza de las plantas que las componen, respectivamente.
     Estas son reservadas a las mujeres y de uso muy corriente, otras pintura faciales cubren uniformemente la totalidad o la parte sub-frontal del rostro. Otras pinturas representan diversidades de curvas que delimitan, esta superficie monocroma, simétrica en relación al eje del rostro, difiere según las mujeres.
     A esta diversidad de formas se añade la diversidad de colores. Tres colores fundamentales son utilizados y dan su nombre a la pintura y al motivo: el negro – machuca o paipai (marrón muy oscuro), el amarillo- ma´chepü y el rojo ladrillo- paipai-. Estos colores son elaborados a base de esporas de hongos, de árbol o de tierra. Pero los colores pueden ser mezclados para dar una infinidad de matices intermedios. Las mujeres afirman, como decíamos al principio que esta pintura tiene función de protección de rayos del sol. En la actualidad no parece que hubiese relación entre la elección de los motivos y de los colores y la identificación social de aquellos que las enarbolan.
Semiótica del a ache aA lea Yonna
     Las pinturas faciales monocromas (Achepü o Achepa) con los que se adornan los bailarines defieren según el sexo.
     Los dibujos reservados a los hombres están compuestos principalmente de líneas rectas (shawatüin, derechas, o de pie), mientras que los dibujos femeninos mucho más complejos, contiene una mayoría de curvas (kooyoün, shorotuin), entre las cuales pueden encerrarse puntos. Cada motivo tiene un nombre distinto, generalmente los parcipantes en la yonna parecen libres de escoger cualquiera de estos motivos siempre y cuando pertenezcan a su sexo.
ASURRAJAWA O AKASUJA´.
     Cuando llega a la pubertad, la joven “Wayuu” llamada Jimo´olu, es sometida a un periodo de reclusión – Asurrajawa o sütta´, al término del cual se ha convertido en una muchacha pronta para casarse. Actualmente esta costumbre es todavía, practicada, pero los “Wayuu” insisten en el acortamiento de esta fase de la vida de la mujer en relación a lo que era; la divación de la reclusión podía, se dice, llegar hasta cinco años entre los “Wayuu” más ricos, luego se redujo a tres a ochos meses, en nuestra actualidad este periodo se establece a conveniencia, se puede decir un mes, pero, vale saber, que este rito se está dejando de practicar. El comienzo de este periodo coincide con la primera menstruación. Majayütsu¨.
     La joven es entonces completa o parcialmente pelada y luego instalada en un chinchorro a una cierta altura, “cerca del techo de la casa. Ella no debe teóricamente ni moverse, ni comer, ni beber durante tres a cinco días. Después, es enseguida bajada y su madre, a veces ayudada por parientes próximos la baña y verifica que sea virgen. La familia organiza entonces una danza yonna, para festejar el acontecimiento. Pero la joven sustrayéndose de las miradas no participa. Luego comienza para ella la reclusión durante la cual adquirirá la maestría en tareas femeninas, tejido, hilado, instruida por su madre, su abuela u otras mujeres de la familia más cercanas.
     No debe teóricamente ser vista por hombres, ni tratar de verlos. La joven es destinada a casa pequeña y aparte construida para este caso. La entrada de esta casa era estrecha y baja y a veces cerrada con un tejido de bovino (sütapaaa o paata´). Se entraba con dificultad y era imposible ver su interior. Hoy en la actualidad es materializada por tejidos suspendidos, delimitando un espacio aislado en el interior de la casa común.
     El fin del periodo de reclusión está marcado por una danza yonna en la cual parientes, vecinos, parientes políticos y amigos son invitados.
     Es la ocasión de presentar públicamente a la joven disponible para casarse.
Entierro de un “Wayuu” Muerto
Su proceso
     Cuando un “Wayuu” muere, sus parientes recubren su cadáver y lo dejan solo durante algún tiempo. Así su alma puede prepararse a dejar los lugares y las gentes que le son familiares. Pronto su cuerpo es lavado por sus parientes más próximos, secado, vestido con su mejor traje, adornado con joyas o con objetos queridos. Envuelto en un gran tejido es enseguida colocado provisionalmente en un chinchorro - Süi´. Con los llantos rituales, ayalaja, comienza entonces el velorio propiamente dicho, llamado alapaja´. 
     El velorio se caracteriza por una gran reunión de hombres y mujeres que, prevenidos y notificados por unos mensajeros, pueden venir de las zonas más distantes del lugar de la ceremonia. Son los parientes de clan, los parientes por matrimonios, los vecinos o amigos cuyo número depende esencialmente del estatus del difunto. Al pasar de los días el gentío se hace más compacto.
     Las mujeres se alternan para llorar. Los hombres , a menudo ebrios mantienen conversaciones cada vez más ruidosas. Todos aprovechan esta ocasión imprevista de encuentros para abordar temas que de una u otra forma incidan en su cotidianidad.
     Uno o dos días después del deceso el cuerpo es envuelto con una piel de bovino (paceta), o extendido en un ataúd según el hábito heredado de occidente. Cuando se acerca el momento previsto para el entierro, ojata, tres o cuatro días después de la muerte del difunto, según el estatus del difunto, la urna en transportada del lugar donde es expuesta al sitio donde será enterrada. Es de nuevo exhibida bajo una enramada situada cerca de la futura sepultura. Allí el velorio puede prolongarse todavía varias horas, en medio de lamentaciones crecientes, el cuerpo es finalmente bajado a la tumba cerrada o al foso. Previamente las provisiones que sirvieran durante el viaje a jepirra han sido a menudo depositadas al lado de la urna. Allá el muerto encontrará el ganado sacrificado durante la ceremonia mortuoria. En un ambiente cada vez mareado por el alcohol y la fatiga el velorio puede prolongarse otros días más. Es el momento en que los hombres se desafían en el concurso del tiro al blanco (ashanajirrawaa).
     Las personas que han tenido contacto con el cuerpo del difunto durante la ceremonia no parecen estar sometidos a otro rito que un eficaz lavado de manos.
SEGUNDO VELORIO PROCESO.
     Algunos años después de este primer entierro, el esqueleto del muerto es exhumado. Es entonces el centro de una nueva ceremonia. Como el anterior está marcada por los llantos rituales, una importante reunión, consumo de alimentos y bebidas en menor escala. La extracción y los arreglos previos de los restos parecen ser efectuados muy discretamente. Un hombre abre la tumba y saca el cadáver de la urna o de la piel del bovino que lo envuelve. La cabeza y el cuerpo parcialmente cubierto de un gran tejido, las manos envueltas con un pañuelo o provistas de guantes, una parienta próxima al muerto, pertenecientes generalmente a su linaje, escoge y limpia los huesos. Esta los entrega a otra mujer vestida de la misma manera quien los ordena en una urna mortuoria de arcilla, o en una red de punto muy denso. Estos representantes serán expuestos al tiempo del velorio en casa de los parientes del muerto o bajo una enramada instalada cerca del cementerio reservado a los restos. Estos serán transferidos a la urna única y muy grande, llamada pachisha donde se amontonan y se desgregan los restos de todos los muertos del matriclan o del matrilinaje. Pero actualmente y muy a menudo la pequeña urna (osario) de madera que contiene los huesos es depositada tal cual en una pequeña fosa de cemento, donde se junta con las que contienen los restos de otros parientes muertos hace mucho tiempo.
     Después de este segundo entierro los restos no son más objeto de ninguna atención. MotüsAinwa´o Amvlaresü. Ellos están perdidos u olvidados para siempre; dicen los “Wayuu”,  ninguna ceremonia, ninguna manifestación es consagrada ya a los muertos.
     Pero, contrariamente a lo que pasa en ocasión del primer entierro, los contactos que las mujeres encargadas de preparar el segundo entierro tienen con los restos mortuorio son considerados como cargadas de consecuencias. Los son así no solamente para ellas sino también para todos aquellos que estarán relacionados aún indirectamente con ellas. En efecto, se cree que estas mujeres transmiten la enfermedad, que los PIACHES llaman, supülainsü jiipü, congio por los huesos. Se dice que después de ese trabajo contaminan todo lo que tocan, seres o cosas, por eso, para atenuar este peligro absorben bebidas vomitivas y beben durante los días que siguen a su intervención, tomar la menor cantidad posible de alimento y no recibirla sino de manos de otros, “para hacerlo bien no deberán de ninguna manera usar sus manos afirman alguno”. También es de notarse que durante los días en que se lloran los restos, esta mujer debe permanecer despierta, pues su alma puede ser llevada por el joluja de los restos, por eso, hay una persona que la acompaña y le canta (Jayechis) para que no se duerma.
Los YolujA´
     Dentro del pensamiento “Wayuu”, sobre la realidad que lo circunda, el plano espiritual o sobrenatural constituye un cosmo real, existente, los muertos respetados y temidos. Ya que para los “Wayuu” muertos pueden en dos formas aparecer a los vivos y comunicarse con ellos; por intermedio de los seres sobrenaturales llamados yoluja o por medio de los sueños. Los joluja son las formas que toman los “Wayuu” De personas muertas al llegar JEPIRRA. Son una segunda figuración del alma, o según una fórmula indígena; son “las almas de los “Wayuu” muertos” Sawin “Wayuu” Qútusü.
     Los “Wayuu” afirman que aquellos vuelven a la tierra o que hacen cortas visitas para inquietar a los vivos. Rencorosos y quisquillosos, son seres de mal agüero. Es por eso que se les habita, que se les huye cuando se les encuentra, los más frecuentes al crepúsculo o al alba, mudos, caminando “como personas ebrias a las cuales se les habrían quitado los huesos“ “sombras” o “siluetas imprecisas” (oyolojo). Algunos han muerto de miedo al verlos .
     Pero generalmente no hay contacto o entrevista directa de los vivos con los yolujA: estos, están considerados como figuras silenciosas. Y es a través del sueño que se establecen corrientemente comunicaciones verbales con los muertos. Si soñamos con muerto, si le hablamos, si el nos habla, ello quiere decir que mi alma ha encontrado la suya que vagaba en algún lugar de la tierra, generalmente bajo la forma de un joluja.
     Que se esté bajo el signo del sueño o bajo el de yoluja, esta delicada conjunción entre los vivos y los muertos es siempre fugaz e indirecta. 
JEPIRRA
     Cuentan los “Wayuu”, más viejos, que cuando una persona muere, su alma sale del cuerpo a emprender su viaje al más allá, llamado Jepirra, este lugar es conocido por los “Wayuu” como la tierra de los “Wayuu” muertos (sumaiin “Wayuu” outusü), la tierra de los Yoluja ( sumaiin yoluja´), allí residen las sombras de los muertos, estas tierras, son unas colinas desiertas que pertenecen a una península montañosa al noroeste de la guajira Colombiana, la tierra de los muertos se presenta como una isla situada en medio del mar,  aquella es  pensada y descrita como tal por la mayoría de los “Wayuu”, muy pocos entre ellos experimentan el deseo de acercarse, y todavía menos de visitarla, ya que es considerada como un lugar funesto y peligroso.
     El alma de la persona encuentra su rumbo atravesando y sumergiéndose en las aguas del mar que circundan la isla, entrando por una puerta que solamente conocen los muertos.
     Tal vez, la existencia de una puerta o la entrada de Jepirra deja entrever que el mundo de los muertos es invisible a los hombres. Es inútil por lo tanto para los vivos esperar ver a los yoluja sobre la isla de jepirra: “ellos están detrás de una piedra que es como una puerta”. Para algunos “Wayuu” esta puerta es el lugar de la transformación del ser vivo en yoluja, es allí que el alma se encarna en su forma nueva, “es allí donde los yoluja llevan a aquellos que acaban de morir.
La estancia en Jepirra
     Según las descripciones de los “Wayuu” se encuentra una sociedad que desde el punto de vista de la economía, de la política y de la organización social, reproduce la sociedad de los vivos. Allí los ricos es decir, los propietarios de grandes rebaños, mantienen sus riquezas. Ellos reencuentran todo el ganado sacrificado por sus parientes en el curso del velorio que precedido a su entierro. Igualmente en jepirra, las relaciones de parentesco sobre los cuales se articula en gran medida el poder político “Wayuu” siguen siendo los mismos.
     Pero el dominio de la alimentación y en el de la moral sexual y conyugal, jepirra es por el contrario opuesto al mundo terrestre.
     En jepirra, la comida se encuentra en abundancia un alimento y variado que ni siguiera tiene necesidad de ser cocinada, mientras que en la tierra de los “Wayuu” vivos, los alimentos son escasos difíciles de obtener y lentos de cocinar. En jepirra la esposa niega a unirse con su esposo mientras que en la vida real los “Wayuu” insisten más bien en los deberes sexuales de la mujer ante su marido. Y lo que es más, en el mundo de los muertos la esposa tiene varios maridos, mientras que los “Wayuu” exaltan la poligamia, desconocen la polandria y condenan el adulterio en la mujer, mostrándose indulgentes ante el adulterio masculino. Finalmente, en jepirra la mujer es móvil y emprendedora. Ella se desplaza sin cesar y toma iniciativas que no le debiera tocar sino al hombre. Por ejemplo, ella decide por si sola el ir a bailar, o toma sola parte activa en el acto sexual. En cambio su esposo a permanecer inmóvil, a esperarla y observarla.
JOYA, PÜLOI Y WANULÜ
Dentro del pensamiento “Wayuu” estas palabras tienen varias acepciones y significados dentro del plano natural y sobrenatural, pero es en la dimensión mítica donde se revisten de un gran valor supersticioso y sobrehumano.
     La palabra juya en wayunaiki, cuando es usado como sustantivo femenino, designa primeramente a la lluvia en su sentido de fenómeno meteorológico por ejemplo: eitüsü juyaka que quiere decir está lloviendo, emeemajasü wanee juya, está lloviendo. En otro sentido la palabra juya la gran estación húmeda que comenzaba en octubre, y esta se opone a la palabra húmeda de mayo, a esta época se le llamará juyapü o juyapoü. En el pensamiento “Wayuu” juyapü se opone claramente a joutaleou. La gran estación seca, o la época de los fuertes vientos.
     Por otra parte juya designa también al año que es la mayor unidad “Wayuu” de tiempo. En el mismo orden la palabra auyase lu ouyase (que se traduce por “edad” deriva directamente de juya).
     En el plano mítico, juya es el nombre dado al personaje masculino considerado ante todo por los “Wayuu” como el señor de la lluvia.
     Jüya’ es ante todo presentado como un personaje masculino hipermasculino, incluso se podría decir, ya que tiene llevadas al extremo todas las cualidades que para el “Wayuu” caracterizan al nombre verdadero, un macho, un toolo. El logra seducir a las muchachas  pulainzü (presumida y pretenciosa) y hacerlas sus esposas. Puede incluso, darles hijos aunque ellas estén reclusas.
   Jüya’ es también el más poderoso de los cazadores y de los quereros, posee un arma (ka´atpülashi) de fuerza y precisión inigualables, dicen los “Wayuu” que se trata del rayo (shi´a juya) puede decirse simbólicamente que existe una relación entre juya y la cacería; juya dispara sus relámpagos, como los cazadores “Wayuu” disparan sus flechas o sus armas de fuegos.
     Los “Wayuu” designan por el nombre de püloi, a los lugares que consideran como peligrosos y a los cuales evitan acercarse para no desaparecer o caer gravemente enfermos. Ya que los Tolos´pülui acostumbran tragar a los seres humanos o sus animales domésticos. En sus alrededores pueden aparecer seres sobrenaturales, hombres o bestias con designios funestos. Las puloi están generalmente situadas sobre pequeños promontorios o en zonas de vegetación espesa. Son a menudo señaladas por las extensiones de aguas estancadas, por los agujeros o por las aberturas en la tierra o en las rocas. Son a veces, el origen de ruidos sordos y prolongados, de vibraciones o de temblores de tierra de ruidos y de silbidos que parecen emanar de innumerables animales. Muy numerosas y regularmente repartidas por todo territorio indígena, las puloi se encuentran en los límites de zonas pobladas, en lugares en que los hombres y animales domésticos pueden llegar con relativa facilidad.
     Püloi designa igualmente al ser mítico hiperfemenina. Al extremo le son concedidos poderes oscuros y fatales que los hombres “Wayuu” confieren a las verdaderas mujeres. A la jieer. Esta rapta los hombres a menudo a los cazadores o a los pescadores demasiados diestros o abusivos, es decir, a los hombres más viriles, para arrastrarlos a su mundo subterráneo, para poseerlos totalmente excluyéndolos para siempre del mundo de vivos. A su sexo está ligada una potencia funesta ya que una sola mirada sobre ella provoca la muerte.
     Puede decirse que según algunos “Wayuu” de los más viejos relatan o dicen que existen los püloi de tierra y las puloi de mar.
     Puloi, tiene un poder absoluto sobre las presas y según algunos, sube incluso tomar sus formas, siempre es ella la que sabe usar estas presas como carnadas para atraer a sus tierras a los cazadores y pescadores. Son los venados, los corzos, las tortugas marina y grandes rayas quienes cumplen más corrientemente ese papel. Pero a veces también puloi manda como emisarios a las crías de los animales, las cuales serán adoptadas y domesticadas por los “Wayuu”, generalmente por los jóvenes. Si trata a menudo de pájaros y pequeños mamíferos.
     Un día huyen y llegan cerca de un lugar puloi perseguidos por sus desconsolados amos, los cuales desaparecen para siempre. Uno de los principales emisarios y el más peligroso de los emisarios de puloi es el wanülü. Los “Wayuu” afirman que puloi y wanülü son de la misma familia.


[1] Autores Varios; “Etnias Indígenas de Venezuela” Editorial San Pablo pg 56. Caracas Venezuela.
[2] Ibid. Pg 57
[3] ibid.
[4] Perrin Michel; “El Camino de los Indios Muertos”; Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas Venezuela 3ª edición 1993 pg 16.
[5] Perrin Michel; opus citat.
[6] Gran enciclopedia Rial “Meto y Mitología” Tomo x,78.59

REFLEXIONANDO SOBRE FILOSOFIA LATINOAMERICANA



LCDO. DORANTE LEAL, JAVIER ALEXANDER.
LCDO. MONTIEL MONTIEL, JUAN JOSÉ
MARACAIBO. MARZO. 2002.

“A MODO DE INTRODUCCIÓN…,”
         “Es así como ha existido una filosofía oriental, una filosofía griega, una filosofía romana, una filosofía alemana, una filosofía inglesa, una filosofía francesa y como es necesario que exista una ‘filosofía americana’. Hemos nombrado la filosofía americana y es preciso que hagamos ver que ella puede existir”. (Alberdi, 1840).
         La filosofía latinoamericana surge con la entrada de las corrientes que dominaban el pensamiento en la España colonizadora. Sería “pecado” dejar en la oscuridad todo el pasado cultural de nuestros padres, los indígenas. Pero es de notar que nuestra cultura desde sus inicios ha sido marcada por la impronta del colonialismo y por su despegue de nuestra propia cultura. Por esto, es que surge como tal una filosofía latinoamericana: por las presiones y reacciones sociales que se originan en la vida de un pueblo.
         Lo cierto es que ya la tenemos. El problema ahora es tener conciencia de qué estamos haciendo.
         Latinoamérica necesita una filosofía de lo posible, una que no dependa de nada ni de nadie; necesita una filosofía -que aprovechando lo recibido- de nuestras propuestas al continente: una filosofía de lo posible es aquella que sea libre y que por tanto libere al hombre latinoamericano de la esclavitud de pensamiento.
         Esta filosofía se ve esclavizada en la medida en que el ser latinoamericano pregunte y responda: ¿Dónde estamos? Necesitamos saber lo que nos rodea, cuáles son los pro y contra. En esto se marca el futuro: en la visión esperanzadora de una Latinoamérica libre y productora.
         Hay pues, una filosofía latinoamericana; el producto final será, dar herramientas al hombre y a la mujer latinoamericanos  a lo posible, al cambio, a, al acceso de una sabiduría escondida en las tierras que una vez lucharon para ganar una batalla de futuro…

1. “UNA FILOSOFÍA DE LO POSIBLE.”
         Al hombre latinoamericano poco le interesa el pasado y el presente, sueña más con el futuro; y es precisamente con la experiencia que se construyen los sucesos; estamos a la expectativa de todo, sobre todo, de nosotros mismos; ya que poco a poco, nos damos cuenta que ese hombre latinoamericano que soñábamos o imaginábamos se va haciendo cada día más realidad. ¿Y cómo se va gestando esta realidad? Con la experiencia.
         Hay otro punto digno de meditar sobre la experiencia: La influencia que hemos tenido para producir una idea o un pensamiento. Consideramos una filosofía que tiene principios generales y específicos. Pero, la filosofía no es igual para todos, no todos la entienden igual... y si hay una filosofía alemana, musulmana, ¿Por qué no ha de haber una filosofía latinoamericana?.
         Dentro de la esencia del pensamiento, surge el historicismo de la filosofía como expresión máxima del quehacer del hombre. Al igual que surge un hondo sentimiento nacionalista en los países no occidentales, que algunas mentes la conciben como una peligrosa reacción antioccidental. Este sentimiento nacionalista se expresa como una demanda de identidad. La occidentalización ha trascendido sus propias matrices. Su obra es ya obra de todos los pueblos y hombres que han recibido su impacto y la han transformado en algo propio. En nuestra América la occidentalización, nunca dio resultado; por eso se ha elegido la americanización de la cultura heredada.
         Dentro de este pensamiento, se presenta un afán deseoso de incorporación dentro de lo universal, es decir, el latinoamericano desea establecer un consenso de universalidad de pensamiento. América es un remedo de pensamiento europeo. Surge la necesidad de suprimir un pasado lleno de contradicciones. El hombre latinoamericano, buscó de una forma, la emancipación de su pueblo, sin darse cuenta que su mentalidad tenía cierta conexión con lo occidental.
         Dentro de esta emancipación surgen dos conceptos importantísimos vistos por los mismos españoles; veían el odio de los Americanos como una “lealtad” hacia su ideal de identidad y a los sentimientos de los libertadores lo llamarán “patriotismo”, es decir, una lucha entre el progreso (Ideales liberales) y el retroceso (Costumbres permanentes de España), surge el sentido de “nacionalismo”, lo que si está claro es que el latinoamericano, nunca podrá realizarse como identidad propia, es decir la herencia española existirá en nosotros como una enfermedad congénita.
         del hombre que sigue luchando en Latinoamérica por una verdadera libertad. Sí; somos libres, pero esclavos. Podemos afirmar que no “Dependemos” políticamente de nadie, pero nuestra raíz cultural está alimentada por ideales europeos. No se trata aquí de una guerra de armas, para demostrar quien es el más fuerte, se trata más bien de volcar nuestro espíritu a la realidad que tenemos: LATINOAMÉRICA. Tenemos que “independizarnos” de la forma de pensar, actuar y hasta juzgar de la Europa-España que alguna vez nos “conquistó”, aunque como vemos sigue de alguna forma “Conquistándonos”. Por esto, necesitamos una nueva lucha de libertad, una lucha ya no externa, sino interna, una lucha cotidiana: la de las ideas. Tenemos que devolver a Latinoamérica su vida propia. Y esta educación sólo se hace posible con la total apertura de a la EDUCACIÓN. La educación que se quiere, tiene que ser sinónimo de justicia, equidad, fraternidad, intelecto y cultura... esta es la acción más inmediata que se tiene que hacer después de la BATALLA. Latinoamérica necesita la emancipación mental para seguir construyendo con su vida una filosofía Latinoamericana.
         Afrontábamos con serenidad y esplendor el hecho de que Latinoamérica necesita de la “batalla sin armas de fuego”, sino con el “arma de la educación”, para definitivamente ganar la “guerra cultural” a la Europa que alguna vez nos “conquistó”. Para esto es necesario que se descanse, se respire y se vean en otros un ejemplo.
         Dentro de este concepto de emancipación, se concibe la idea de “educación para la libertad”, la educación como instrumento de formación del hombre; que consistía en un pensamiento libre de dogmatismo ideológicos. Si se logra que los hombres aprendan a pensar libremente también se logrará que aprendan a ser libres en el camino de lo político. De la independencia de pensamiento habría de derivarse la independencia política. Se habla de una nueva filosofía como base del orden, es decir, partiendo de las necesidades, no con un carácter universal, sino, con un carácter particular demográfico, o sea la necesidad del propio lugar (la identidad), buscando como salida una filosofía polítco-social. La conciencia colectiva debía estar orientada hacia intereses comunes que no apunten hacia un conjunto de pensamientos falaces o quimeros, sino, hacia una práxis de la experiencia positiva. Dentro de este pensamiento nacía una especie de desconfianza a la religión, muchos pensadores consideraron a la religión como una forma subyugamiento del hombre. este temor toma un nombre (Cousin) eclepticismo, que es considerada por Luz y Caballero, como remedo del escolasticismo; por tanto era peligroso para el progreso de la juventud americana.
         ¿Cuál es el ideal que se pretendía para América? Era simplemente saber elegir en ser un hombre de progreso y no aferrarse a un sentimiento colonial, ese era uno de los ideales de Simón Rodríguez, educar no teóricamente, sino educar con sentimiento patriótico práxista, enseñar a amar la patria, a trabajar por el progreso.
         La Filosofía Latinoamericana está basada en la cultura del hombre. La experiencia se ve ligada a lo que hace y lo que lo hace hombre, es decir, aquello en lo que más relación tienen. Buscar un Nuevo Humanismo. Este concepto enfoca a la realidad que le es propia y, dentro de esta realidad, al hombre que la vive y le da sentido, es decir crear una fenomenología antropológica del latinoamericano en sus diversas expresiones nacionales, “aforismos”[1], filosofía y cultura: que pretenden situar a este hombre concreto de la realidad humana, es decir, la expresión de hombre para todos. El latinoamericano, en cualquiera de sus expresiones concretas, no es sino pura y simplemente un hombre, un hombre concreto, en situación como cualquier otro hombre del mundo.
         Al hablar de un Nuevo Humanismo, se está hablando de hacer sentir la identidad del hombre latinoamericano, como si se hablara del europeo, o cualquier otro habitante de la tierra, es decir, todos son iguales, aunque exista una diversidad de expresiones culturales, por eso, el latinoamericano quiere hacer sentir; a nivel de pensamiento, de cultura; lo que este hombre haya elaborado, sirva como modelo para otros.
         El humanismo europeo era visto como el arquetipo de todo pensamiento, de carácter exclusivista, ante el cual, toda expresión humana debía rendir una especie de reverencia. Era el humanismo desde arriba hacia abajo, arriba se situaba el hombre (europeo) abajo los hombres (los demás). El Nuevo Humanismo, el humanismo que buscan y aspiran los pueblos latinoamericanos, es una que se ubique al ras del otro, es decir, uno que empiece desde abajo hacia arriba, que parta de las necesidades de la realidad latinoamericana, del hombre concreto, situado en circunstancias, hacia al hombre como expresión y sentido de todos los hombres, creando así un sentimiento nacionalista de la cultura Latinoamericana, un nacionalismo ajeno al europeo.
         Al latinoamericano le toca demostrar que tiene raíces indestructibles en nuestra naturaleza y en nuestra historia: que participando en una pluriculturalidad americana, constituye una entidad perfectamente distinta de otras. Pero una vez demostrada esta personalidad, una vez captada la originalidad de nuestra situación deberá pasarse, a una tarea más universal y por ende más humana.
         El pensamiento en Latinoamérica se ha encontrado con el hombre, pero no con el hombre como una abstracción, sino el hombre con sus peculiaridades, la cultura y la piel que hacen de él una persona concreta y no una abstracción. No debemos tener la necesidad de mirar a otros para poder actuar, tenemos que mirarnos, primero, a nosotros mismo, es decir, Descubrir Nuestras Raíces.
         La cultura del hombre latinoamericano, rica de por sí, era el factor para hacer una posible filosofía autóctona. Pero, antes de discutir sobre una filosofía latinoamericana es menester del hombre preguntarse, si posee o no una propia cultura con la que se identifique plenamente y en la que sea capaz de desarrollarse como persona. La respuesta de esta cuestión sólo la poseemos los hombres -varones y mujeres- que habitamos esta tierra.
Latinoamérica se puede considerar como un feto, que estando en el vientre de su madre, quiere nacer. Y ese nacimiento traerá consigo el crecimiento y la independencia del niño que se convierte en un hombre. Aquí está la hazaña. Latinoamérica está “grande” tiene que dejar de “tomar” para “comer”. Este ha sido el planteamiento de años, y ¿qué se ha logrado?, sencillamente aquella comparación de Hegel con el “amo y el esclavo”. Mejor que siga por esta senda: “el esclavo se convierte en el amo de su amo, y el amo en el amo de su esclavo”. Pero, si sigue por este camino, no sería lo mejor y lo más consecuente. Se requiere “eliminar” a Europa que nos sigue considerando como indios, que necesitan cultura y conquista. No se quiere el arma de la guerra, sino el arma de la intelectualidad: L filosofía. Aunque es un arma de doble filo, es una de las armas más potentes.
         ¡Latinoamérica tiene que ser realmente libre!, copiar otro modelos (aunque no el europeo) inmediatamente nos subordina a la dependencia. ¡Qué difícil se nos hace! pero, ¡ cuánto lo anhelamos!. Tenemos mucha hambre y pobreza, pero también tenemos fuerza, empeño y valor: sólo hay que sacarlo. Tenemos que independizarnos de todo, sin caer en el extremo de la superioridad, “porque no hay pueblos superiores, sino oportunidades superiores”[2]. Además, “por Europa, por nosotros mismos, y por la humanidad, compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo.”[3]
         Hoy por hoy muchos filósofos latinoamericanos nos han legado el pensamiento precursor de crear una nueva filosofía, que esté libre de todo gobierno totalitarista, ajena a la realidad Latinoamericana, es decir, crear un pensamiento, que esté enmarcado en la realidad histórico-social de nuestras comunidades y que sirvan de empuje para salir del subdesarrollo. En concreto, una filosofía que fuese expresión de nuestra realidad, y, no un nuevo intento de imitación de la cultura Ibérica. Es decir, una “Filosofía Americana”, que debía ser según él, esencialmente política y social en su objeto, ardiente y profética en sus instintos, sintética y orgánica en su método, positiva y realista en sus procederes, república en su espíritu y destinos. Esto parece algo utópico, sin un elemento, que es esencialmente necesario para aquellas civilizaciones que aspiren tener una autonomía intelectual. Este elemento se llama “Libertad” La única forma de poder crear una filosofía auténtica y liberadora; se dá solo desde la situación histórica, sin crear una inauténticidad. A lugar, se crea desde la superación del subdesarrollo y de la dominación, por consiguiente puede haber filosofía auténtica, siempre y cuando superemos el hecho histórico del subdesarrollo y de la dominación. Si la filosofía o nuestros intelectuales, no asume esta realidad, sino que, deciden asumir las intelequias extranjeras se estaría haciendo un simple remedo de lo que se hizo en otras épocas, ser unos enajenados de la antigua occidentalidad. Parece ser una condena perenne, el no poder superar el subdesarrollo de nuestra tierra, pero toca asumir la actitud de aquellos emancipadores, que a capa y espada les toco batallar por una libertad y una identidad. Por ello, la auténtica filosofía de liberación latinoamericana no puede ser algo por alcanzar, sino algo que se debe ya estar haciendo.
        
2. ¿DÓNDE ESTAMOS?
         Para hablar de una ubicación sobre nuestra realidad como hombres y como pensamiento, como identidad, como cultura, como latinoamericanos, descubrimos que sólo somos un sustantivo continental, en el que se han desarrollado una serie de acontecimientos en pro de una autoidentidad, pues, la identidad, ya está impresa en el acervo cultural y cotidiano de este hombre en particular. La autoidentidad sería en este caso, la posibilidad de un aforismo auténtico y no un remedo de intelequias ajenas a Latinoamérica.
         La marginación del hombre latinoamericano desde el comienzo histórico de la colonización ha afectado  por varios siglos; ¿de qué forma?. Sólo aquellos hombres que han visto esta situación desde la realidad cultural, han demostrado que somos un continente trasnculturizado, es decir, nuestra cultura fué desplazada desde el primer día en que el descubridor puso un pie es esta tierra indígena, para que, imperativamente recibiéramos una cultura, supuestamente, civilizadora para el desarrollo futuro de un pueblo que empezó a pensar de otra manera, no autóctonamente, sino alienadamente.
         Tardaron varios siglos para que el latinoamericano, se diera cuenta de la necesidad de identificarse como hombre concreto, dentro de una realidad concreta en un espacio y tiempo igual al del hombre europeo, de ahí surgen las famosas gestas emancipadoras de Latinoamérica, pero así, dependíamos del extranjero, de lo ajeno. La presencia europea había penetrado nuestros tuétanos. El latinoamericano se dió cuenta, que tenía que hacer una nueva gesta. Crear pensamiento, desde su subdesarrollo, desde su realidad, y para ello se ha valido de un cuestionamiento introspectivo ¿Dónde estamos?.
         Esta parece haber sido la pregunta que ha despertado en los pensadores de nuestra “Nación Latinoamericana” la inquietud y el deseo imperioso de la gesta emancipadora de más controversia, “la batalla de la Filosofía Latinoamérica” que ha sido vista como la insurrección Aforista de un continente marginado por varios siglos. Nosotros como parte de esta “Nación” debemos ser parte de esta campaña, luchar no en contra de otros, sino de nosotros mismos para que el aletargamiento no nos venza y no nos haga desistir de esta tarea que apenas va rompiendo su capullo.
         Necesitamos ser reconocidos, como pensadores y quitar la imagen de los primeros hombres de esta tierra que creyeron animales o irracionales sólo porque utilizaban taparrabos o wayukos. pero ignoraban que estos hombres eran y son una potencia productora de pensamientos validos para cualquier hombre de otra nación, es decir, una “nación productora de universalidad” que sólo necesita una oportunidad y una escucha.
¿DÓNDE ESTAMOS?
         Estamos en la “Gran nación de los Americanos”, raza pujante de conocimiento, de humanismo, pero sobre todo con la posibilidad de no ser dominada por ningún otro pensamiento totalitarista ajeno a nosotros. Podemos decir que somos una filosofía que nació y sigue desarrollándose para luego demostrar su plena madures a los demás que la ha subestimado.
         Estamos en el continente de la liberación y poseemos el arma para demostrarlo nuestro pensamiento y nuestra cultura como identidad.

3. ANÁLISIS FILOSÓFICO DEL “PENSAMIENTO LATINOAMERICANO” DE LEOPOLDO ZEA.
·        Lenguaje.         Expresarse a través del lenguaje es el factor fundamental de toda comunicación. Cuando alguien escribe en su idioma lo hace para su propio pueblo, ya que la traducción muchas veces limita el verdadero sentido de la vida expresada. Leopoldo Zea se envuelve muchas veces en palabrerías y no es concreto. La verdadera sabiduría es aquella a la que todos o la mayoría pueden acceder.
·        Remedista.        Muchos análisis de Leopoldo Zea dan a simple vista la impresión de que copia en líneas, lo antes expuesto en capítulos. Otra característica es la constante repetición de ideas. No es lo más adecuado. El ser remedista ha llevado al autor a reitera planteamientos hechos por otros de su época.
·        Irreligioso.        El hombre -universal- es un ser religioso por naturaleza. Lo religioso va unido a la trascendencia: un hombre capaz de solucionar problemas que se escapan de la pura racionalidad. Zea parece desconectar del hombre latinoamericano el sentido de la religión. Ciertamente, la religión organizada nos vino de Europa, pero, nuestros indígenas ¿no poseían una?.
·        Liberadora.          El ser humano es creativo. Es capaz de “romper esquemas”. Positivamente Zea propone una filosofía cultural latinoamericana que nos libere de “las cadenas” que no nos dejan pensar y actuar. Una filosofía liberadora es aquella que hace que el hombre piense...
·        Aforista.                    No podemos negar que Leopoldo Zea es un hombre adentrado en filosofía, es un verdadero “intelectual”. Conoce y profundiza en la filosofía. Es importante cuando se plantea una solución conocer sus causas, contexto y esencia. Ésta es una de las características que más podemos resaltar del autor: consagrado a filosofía latinoamericana.
·        Contradicción      Este autor emplea un modo especifico para referirse a las realidades que aquejan a nuestro continente, por ejemplo habla de un desprendimiento del modo de pensar, pues pensamos como pensaron y piensan los europeos. Habla de romper estos esquemas, pero lo contradictorio del caso es que dice que tenemos que imitar otros modelos de pensamiento, con la salvedad, que no sean europeos.
·        Neopositivismo        Muchas partes de Américalatina, fue poblada por muchas corrientes filosóficas, pero la de más auge fue la positivista, que consistía en un pensamiento libre de dogmatismos ideológicos, es decir una praxis de la experiencia positiva, que consistía en una atención de los hechos, repudio a la metafísica y sobre todo una hostilidad en contra de la religión. Ahora Leopoldo Zea, presenta un nuevo mirar a un estilo semejante a este, pero, con la diferencia, que éste nuevo pensamiento viene del norte, él dice que si de verdad queremos la libertad debemos imitar el estilo norteño, pues, concibe la libertad como un hecho empírico. Podemos decir, entonces, que este autor de una u otra forma apoya esta modalidad norteño.
·        Culturalidad         Leopoldo Zea, cuando habla de una posibilidad de filosofar latinoamericanamente, se refiere, a una filosofía netamente cultural, que se hace dentro de una cultura, para una cultura y por una cultura, donde el hombre latinoamericano exprese su pensamiento como identidad, pero entendamos que esta cultura es a la vez una pluralidad cultural que expresan la identidad Latinoamericana.
·        Progresista              Es progresista porque es una filosofía que nace del subdesarrollo y busca sobre todo el desarrollo del hombre concreto, y que a la vez una universalidad de conocimientos que sean como paradigmas para los otros hombres. Una filosofía accesible.
·        Sentimiento Latinoamericano.       Leopoldo Zea a través de su pensamiento a demostrado tener claro, el ¿por qué de su pensamiento? al tratar de crear un pensamiento latinoamericano que identifica la capacidad productiva del hombre y en concreto el hombre latinoamericano, y, ya no seguir imitando lo de afuera. Este sentimiento se convierte entonces en la filosofía de América.

4. PROPUESTAS PARA UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA.
         a. Experiencia.
                   Si queremos realmente crear una filosofía Latinoamericana hay que partir del quehacer cotidiano del hombre como materia prima. Creemos en una filosofía que haga el hombre con su experiencia con su cotidianidad. Una filosofía que no sea capaz de dar herramientas y conocimientos al mismo hombre es simplemente un conjunto de líneas vacías, de palabrerías, más no, llenas de sabiduría. No es caer en empirismo, es abrir la filosofía a quienes está dirigida. Es ubicarse en todo un contexto.
         Aquí radica entonces la diferencia de una filosofía latinoamericana, con respecto a la filosofía europea, por ejemplo, en que la “experiencia marca la diferencia”. Queremos una filosofía que haga progresar a los pueblos, que quiera cambiar aquello que desde hace décadas los hombres y mujeres latinoamericanos han querido superar. Y esto lo lograremos, a través, de la experiencia de la misma persona americana.

         b. Educación.
                   Ciertamente, la filosofía no puede caer en simple lenguaje coloquial. Necesitamos de un lenguaje sencillo, pero lleno de “sabiduría”. ¿cómo lo entendemos? La educación es un arma petrificada en el quehacer del hombre. El educar tiene que dejar de ser un simple “instrumento” de obtención de títulos para convertirse en la “defensa” a tantas tendencias libertinas que se presentan. La educación es para la vida, para desarrollar en el ser humano, su capacidad racional, su cultura, su quehacer.
         La filosofía latinoamericana debe tener como “carta bajo la manga”: la educación. La filosofía la hace el hombre, para responderse sobre varias interrogantes propuestas. Hoy en día se está alienando a la persona para que deje de “pensar”. ¿Nos estamos dejando influir? ¿Cómo combatirla? Con la educación para la vida-filosofía.



         c. Religión.
                   América Latina a superado la concepción de una filosofía positivista, no trascendente, puramente científica-empírica. Abrirse a la trascendencia es abrir un abanico de posibilidades de cambio a la que la filosofía  está llamada por naturaleza. El hombre es social, político... y también religioso. Aquí no se trata de reflexionar sobre las dos hipótesis, si Dios existe o no existe. Es reconocer que la pura racionalidad no llena las expectativas de la persona humana. Tenemos que de la persona humana. Tenemos que intensificar -también- nuestro estudio en la trascendencia, en la religiosidad del hombre, que es innata.
         Latinoamérica está impregnado de religiosidad, aprovechándola para seguir desarrollando con pensamiento que sacie nuestra propia sed y que alimente nuestra propia hambre.

d) Etnología.
         La etnología, sería en este caso la integración del pensamiento étnico como parte fundamental de nuestra identidad, no podemos seguir atendiendo sólo los problemas políticos y sociales. Aquí vale, decir como en el caso de la Teología de la Liberación, aplicar una opción concreta a un sector de la cultura, y que mejor que la cuantiosa diversidad de etnias presentes y existentes en nuestro continente, así podríamos entender un poco, el por qué de nuestra marginación. Crear una “Etnofilosofía”, claro que se ve un poco difícil, pero vale la pena hacerlo desde nosotros, pues, ya muchos europeos ya lo han hecho.

e) Interculturalidad.
         La Interculturalidad no es otra, que el diálogo entre las culturas, es una propuesta ya trabajado por Raúl Fornet-Betancour, pero que día a día está tomando mucha vigencia ante el fenómeno de la GLOBALIZACIÓN, lo que buscamos no es un solo modo de pensar, sino, un diálogo de culturas que conformen un pensamiento auténtico y praxista.

f) Antropología.
         Sabemos que la antropología ha sido muy tocada por muchos filósofos, se han nombrado una antropología alemana, francesa, medieval contemporánea, etc., etc., pero por qué no hablamos de una en particular, una antropología latinoamericana, que sea producida por pensadores propios de la región y continente. Una antropología que parta de una realidad del quehacer cultural del latino, una que sea etno-cultural, de esta antropología estamos hablando.

“A MODO DE CONCLUSIÓN…,”
         “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud…, leen para aplicar, pero no para copiar”. (José Martí, 1891).
¡Latinoamérica, a ti te digo, levántate!
         Una filosofía latinoamericana debe centrarse en la “indagación cultural”. La educación es el arma que consiste en prolongar, como una especie de “tradición oral” los principios, objetivos y finalidades del estudio sistemático y analítico de la filosofía cultural latinoamericana. Para esto es necesario que el hombre y la mujer de este continente se den cuenta de que son ellos los primeros promotores de su cultura; es necesario un despertar a la filosofía.
         Latinoamérica tiene que abrirse a la trascendencia, aprovechando toda la riqueza que posee, para tener una mejor visión de conjunto…, es posible no solo una filosofía, sino los hombres capaces de hacerla.
         La educación, la religión, la intelectualidad son algunas armas con las que podemos hacer cada día una mejor filosofía, pero, Latinoamérica no producirá una filosofía liberadora, sino cuando los habitantes sean capaces de liberarse ellos mismos de la esclavitud, de la pobreza, de la “cruz de cada día”…
¡Abajo cadenas, gritaba el Señor!


[1]Entendamos Aforismos como el conjunto de pensamientos propios del hombre en este caso del latinoamericano.
[2]Ocando, Gustavo.
[3]Frantz Fanon, los condenados de la tierra, México, 1963.