GRUPO DE ESTUDIO SSIA-IVCPASA

domingo, 21 de octubre de 2012

REFLEXIONANDO SOBRE FILOSOFIA LATINOAMERICANA



LCDO. DORANTE LEAL, JAVIER ALEXANDER.
LCDO. MONTIEL MONTIEL, JUAN JOSÉ
MARACAIBO. MARZO. 2002.

“A MODO DE INTRODUCCIÓN…,”
         “Es así como ha existido una filosofía oriental, una filosofía griega, una filosofía romana, una filosofía alemana, una filosofía inglesa, una filosofía francesa y como es necesario que exista una ‘filosofía americana’. Hemos nombrado la filosofía americana y es preciso que hagamos ver que ella puede existir”. (Alberdi, 1840).
         La filosofía latinoamericana surge con la entrada de las corrientes que dominaban el pensamiento en la España colonizadora. Sería “pecado” dejar en la oscuridad todo el pasado cultural de nuestros padres, los indígenas. Pero es de notar que nuestra cultura desde sus inicios ha sido marcada por la impronta del colonialismo y por su despegue de nuestra propia cultura. Por esto, es que surge como tal una filosofía latinoamericana: por las presiones y reacciones sociales que se originan en la vida de un pueblo.
         Lo cierto es que ya la tenemos. El problema ahora es tener conciencia de qué estamos haciendo.
         Latinoamérica necesita una filosofía de lo posible, una que no dependa de nada ni de nadie; necesita una filosofía -que aprovechando lo recibido- de nuestras propuestas al continente: una filosofía de lo posible es aquella que sea libre y que por tanto libere al hombre latinoamericano de la esclavitud de pensamiento.
         Esta filosofía se ve esclavizada en la medida en que el ser latinoamericano pregunte y responda: ¿Dónde estamos? Necesitamos saber lo que nos rodea, cuáles son los pro y contra. En esto se marca el futuro: en la visión esperanzadora de una Latinoamérica libre y productora.
         Hay pues, una filosofía latinoamericana; el producto final será, dar herramientas al hombre y a la mujer latinoamericanos  a lo posible, al cambio, a, al acceso de una sabiduría escondida en las tierras que una vez lucharon para ganar una batalla de futuro…

1. “UNA FILOSOFÍA DE LO POSIBLE.”
         Al hombre latinoamericano poco le interesa el pasado y el presente, sueña más con el futuro; y es precisamente con la experiencia que se construyen los sucesos; estamos a la expectativa de todo, sobre todo, de nosotros mismos; ya que poco a poco, nos damos cuenta que ese hombre latinoamericano que soñábamos o imaginábamos se va haciendo cada día más realidad. ¿Y cómo se va gestando esta realidad? Con la experiencia.
         Hay otro punto digno de meditar sobre la experiencia: La influencia que hemos tenido para producir una idea o un pensamiento. Consideramos una filosofía que tiene principios generales y específicos. Pero, la filosofía no es igual para todos, no todos la entienden igual... y si hay una filosofía alemana, musulmana, ¿Por qué no ha de haber una filosofía latinoamericana?.
         Dentro de la esencia del pensamiento, surge el historicismo de la filosofía como expresión máxima del quehacer del hombre. Al igual que surge un hondo sentimiento nacionalista en los países no occidentales, que algunas mentes la conciben como una peligrosa reacción antioccidental. Este sentimiento nacionalista se expresa como una demanda de identidad. La occidentalización ha trascendido sus propias matrices. Su obra es ya obra de todos los pueblos y hombres que han recibido su impacto y la han transformado en algo propio. En nuestra América la occidentalización, nunca dio resultado; por eso se ha elegido la americanización de la cultura heredada.
         Dentro de este pensamiento, se presenta un afán deseoso de incorporación dentro de lo universal, es decir, el latinoamericano desea establecer un consenso de universalidad de pensamiento. América es un remedo de pensamiento europeo. Surge la necesidad de suprimir un pasado lleno de contradicciones. El hombre latinoamericano, buscó de una forma, la emancipación de su pueblo, sin darse cuenta que su mentalidad tenía cierta conexión con lo occidental.
         Dentro de esta emancipación surgen dos conceptos importantísimos vistos por los mismos españoles; veían el odio de los Americanos como una “lealtad” hacia su ideal de identidad y a los sentimientos de los libertadores lo llamarán “patriotismo”, es decir, una lucha entre el progreso (Ideales liberales) y el retroceso (Costumbres permanentes de España), surge el sentido de “nacionalismo”, lo que si está claro es que el latinoamericano, nunca podrá realizarse como identidad propia, es decir la herencia española existirá en nosotros como una enfermedad congénita.
         del hombre que sigue luchando en Latinoamérica por una verdadera libertad. Sí; somos libres, pero esclavos. Podemos afirmar que no “Dependemos” políticamente de nadie, pero nuestra raíz cultural está alimentada por ideales europeos. No se trata aquí de una guerra de armas, para demostrar quien es el más fuerte, se trata más bien de volcar nuestro espíritu a la realidad que tenemos: LATINOAMÉRICA. Tenemos que “independizarnos” de la forma de pensar, actuar y hasta juzgar de la Europa-España que alguna vez nos “conquistó”, aunque como vemos sigue de alguna forma “Conquistándonos”. Por esto, necesitamos una nueva lucha de libertad, una lucha ya no externa, sino interna, una lucha cotidiana: la de las ideas. Tenemos que devolver a Latinoamérica su vida propia. Y esta educación sólo se hace posible con la total apertura de a la EDUCACIÓN. La educación que se quiere, tiene que ser sinónimo de justicia, equidad, fraternidad, intelecto y cultura... esta es la acción más inmediata que se tiene que hacer después de la BATALLA. Latinoamérica necesita la emancipación mental para seguir construyendo con su vida una filosofía Latinoamericana.
         Afrontábamos con serenidad y esplendor el hecho de que Latinoamérica necesita de la “batalla sin armas de fuego”, sino con el “arma de la educación”, para definitivamente ganar la “guerra cultural” a la Europa que alguna vez nos “conquistó”. Para esto es necesario que se descanse, se respire y se vean en otros un ejemplo.
         Dentro de este concepto de emancipación, se concibe la idea de “educación para la libertad”, la educación como instrumento de formación del hombre; que consistía en un pensamiento libre de dogmatismo ideológicos. Si se logra que los hombres aprendan a pensar libremente también se logrará que aprendan a ser libres en el camino de lo político. De la independencia de pensamiento habría de derivarse la independencia política. Se habla de una nueva filosofía como base del orden, es decir, partiendo de las necesidades, no con un carácter universal, sino, con un carácter particular demográfico, o sea la necesidad del propio lugar (la identidad), buscando como salida una filosofía polítco-social. La conciencia colectiva debía estar orientada hacia intereses comunes que no apunten hacia un conjunto de pensamientos falaces o quimeros, sino, hacia una práxis de la experiencia positiva. Dentro de este pensamiento nacía una especie de desconfianza a la religión, muchos pensadores consideraron a la religión como una forma subyugamiento del hombre. este temor toma un nombre (Cousin) eclepticismo, que es considerada por Luz y Caballero, como remedo del escolasticismo; por tanto era peligroso para el progreso de la juventud americana.
         ¿Cuál es el ideal que se pretendía para América? Era simplemente saber elegir en ser un hombre de progreso y no aferrarse a un sentimiento colonial, ese era uno de los ideales de Simón Rodríguez, educar no teóricamente, sino educar con sentimiento patriótico práxista, enseñar a amar la patria, a trabajar por el progreso.
         La Filosofía Latinoamericana está basada en la cultura del hombre. La experiencia se ve ligada a lo que hace y lo que lo hace hombre, es decir, aquello en lo que más relación tienen. Buscar un Nuevo Humanismo. Este concepto enfoca a la realidad que le es propia y, dentro de esta realidad, al hombre que la vive y le da sentido, es decir crear una fenomenología antropológica del latinoamericano en sus diversas expresiones nacionales, “aforismos”[1], filosofía y cultura: que pretenden situar a este hombre concreto de la realidad humana, es decir, la expresión de hombre para todos. El latinoamericano, en cualquiera de sus expresiones concretas, no es sino pura y simplemente un hombre, un hombre concreto, en situación como cualquier otro hombre del mundo.
         Al hablar de un Nuevo Humanismo, se está hablando de hacer sentir la identidad del hombre latinoamericano, como si se hablara del europeo, o cualquier otro habitante de la tierra, es decir, todos son iguales, aunque exista una diversidad de expresiones culturales, por eso, el latinoamericano quiere hacer sentir; a nivel de pensamiento, de cultura; lo que este hombre haya elaborado, sirva como modelo para otros.
         El humanismo europeo era visto como el arquetipo de todo pensamiento, de carácter exclusivista, ante el cual, toda expresión humana debía rendir una especie de reverencia. Era el humanismo desde arriba hacia abajo, arriba se situaba el hombre (europeo) abajo los hombres (los demás). El Nuevo Humanismo, el humanismo que buscan y aspiran los pueblos latinoamericanos, es una que se ubique al ras del otro, es decir, uno que empiece desde abajo hacia arriba, que parta de las necesidades de la realidad latinoamericana, del hombre concreto, situado en circunstancias, hacia al hombre como expresión y sentido de todos los hombres, creando así un sentimiento nacionalista de la cultura Latinoamericana, un nacionalismo ajeno al europeo.
         Al latinoamericano le toca demostrar que tiene raíces indestructibles en nuestra naturaleza y en nuestra historia: que participando en una pluriculturalidad americana, constituye una entidad perfectamente distinta de otras. Pero una vez demostrada esta personalidad, una vez captada la originalidad de nuestra situación deberá pasarse, a una tarea más universal y por ende más humana.
         El pensamiento en Latinoamérica se ha encontrado con el hombre, pero no con el hombre como una abstracción, sino el hombre con sus peculiaridades, la cultura y la piel que hacen de él una persona concreta y no una abstracción. No debemos tener la necesidad de mirar a otros para poder actuar, tenemos que mirarnos, primero, a nosotros mismo, es decir, Descubrir Nuestras Raíces.
         La cultura del hombre latinoamericano, rica de por sí, era el factor para hacer una posible filosofía autóctona. Pero, antes de discutir sobre una filosofía latinoamericana es menester del hombre preguntarse, si posee o no una propia cultura con la que se identifique plenamente y en la que sea capaz de desarrollarse como persona. La respuesta de esta cuestión sólo la poseemos los hombres -varones y mujeres- que habitamos esta tierra.
Latinoamérica se puede considerar como un feto, que estando en el vientre de su madre, quiere nacer. Y ese nacimiento traerá consigo el crecimiento y la independencia del niño que se convierte en un hombre. Aquí está la hazaña. Latinoamérica está “grande” tiene que dejar de “tomar” para “comer”. Este ha sido el planteamiento de años, y ¿qué se ha logrado?, sencillamente aquella comparación de Hegel con el “amo y el esclavo”. Mejor que siga por esta senda: “el esclavo se convierte en el amo de su amo, y el amo en el amo de su esclavo”. Pero, si sigue por este camino, no sería lo mejor y lo más consecuente. Se requiere “eliminar” a Europa que nos sigue considerando como indios, que necesitan cultura y conquista. No se quiere el arma de la guerra, sino el arma de la intelectualidad: L filosofía. Aunque es un arma de doble filo, es una de las armas más potentes.
         ¡Latinoamérica tiene que ser realmente libre!, copiar otro modelos (aunque no el europeo) inmediatamente nos subordina a la dependencia. ¡Qué difícil se nos hace! pero, ¡ cuánto lo anhelamos!. Tenemos mucha hambre y pobreza, pero también tenemos fuerza, empeño y valor: sólo hay que sacarlo. Tenemos que independizarnos de todo, sin caer en el extremo de la superioridad, “porque no hay pueblos superiores, sino oportunidades superiores”[2]. Además, “por Europa, por nosotros mismos, y por la humanidad, compañeros, hay que cambiar de piel, desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo.”[3]
         Hoy por hoy muchos filósofos latinoamericanos nos han legado el pensamiento precursor de crear una nueva filosofía, que esté libre de todo gobierno totalitarista, ajena a la realidad Latinoamericana, es decir, crear un pensamiento, que esté enmarcado en la realidad histórico-social de nuestras comunidades y que sirvan de empuje para salir del subdesarrollo. En concreto, una filosofía que fuese expresión de nuestra realidad, y, no un nuevo intento de imitación de la cultura Ibérica. Es decir, una “Filosofía Americana”, que debía ser según él, esencialmente política y social en su objeto, ardiente y profética en sus instintos, sintética y orgánica en su método, positiva y realista en sus procederes, república en su espíritu y destinos. Esto parece algo utópico, sin un elemento, que es esencialmente necesario para aquellas civilizaciones que aspiren tener una autonomía intelectual. Este elemento se llama “Libertad” La única forma de poder crear una filosofía auténtica y liberadora; se dá solo desde la situación histórica, sin crear una inauténticidad. A lugar, se crea desde la superación del subdesarrollo y de la dominación, por consiguiente puede haber filosofía auténtica, siempre y cuando superemos el hecho histórico del subdesarrollo y de la dominación. Si la filosofía o nuestros intelectuales, no asume esta realidad, sino que, deciden asumir las intelequias extranjeras se estaría haciendo un simple remedo de lo que se hizo en otras épocas, ser unos enajenados de la antigua occidentalidad. Parece ser una condena perenne, el no poder superar el subdesarrollo de nuestra tierra, pero toca asumir la actitud de aquellos emancipadores, que a capa y espada les toco batallar por una libertad y una identidad. Por ello, la auténtica filosofía de liberación latinoamericana no puede ser algo por alcanzar, sino algo que se debe ya estar haciendo.
        
2. ¿DÓNDE ESTAMOS?
         Para hablar de una ubicación sobre nuestra realidad como hombres y como pensamiento, como identidad, como cultura, como latinoamericanos, descubrimos que sólo somos un sustantivo continental, en el que se han desarrollado una serie de acontecimientos en pro de una autoidentidad, pues, la identidad, ya está impresa en el acervo cultural y cotidiano de este hombre en particular. La autoidentidad sería en este caso, la posibilidad de un aforismo auténtico y no un remedo de intelequias ajenas a Latinoamérica.
         La marginación del hombre latinoamericano desde el comienzo histórico de la colonización ha afectado  por varios siglos; ¿de qué forma?. Sólo aquellos hombres que han visto esta situación desde la realidad cultural, han demostrado que somos un continente trasnculturizado, es decir, nuestra cultura fué desplazada desde el primer día en que el descubridor puso un pie es esta tierra indígena, para que, imperativamente recibiéramos una cultura, supuestamente, civilizadora para el desarrollo futuro de un pueblo que empezó a pensar de otra manera, no autóctonamente, sino alienadamente.
         Tardaron varios siglos para que el latinoamericano, se diera cuenta de la necesidad de identificarse como hombre concreto, dentro de una realidad concreta en un espacio y tiempo igual al del hombre europeo, de ahí surgen las famosas gestas emancipadoras de Latinoamérica, pero así, dependíamos del extranjero, de lo ajeno. La presencia europea había penetrado nuestros tuétanos. El latinoamericano se dió cuenta, que tenía que hacer una nueva gesta. Crear pensamiento, desde su subdesarrollo, desde su realidad, y para ello se ha valido de un cuestionamiento introspectivo ¿Dónde estamos?.
         Esta parece haber sido la pregunta que ha despertado en los pensadores de nuestra “Nación Latinoamericana” la inquietud y el deseo imperioso de la gesta emancipadora de más controversia, “la batalla de la Filosofía Latinoamérica” que ha sido vista como la insurrección Aforista de un continente marginado por varios siglos. Nosotros como parte de esta “Nación” debemos ser parte de esta campaña, luchar no en contra de otros, sino de nosotros mismos para que el aletargamiento no nos venza y no nos haga desistir de esta tarea que apenas va rompiendo su capullo.
         Necesitamos ser reconocidos, como pensadores y quitar la imagen de los primeros hombres de esta tierra que creyeron animales o irracionales sólo porque utilizaban taparrabos o wayukos. pero ignoraban que estos hombres eran y son una potencia productora de pensamientos validos para cualquier hombre de otra nación, es decir, una “nación productora de universalidad” que sólo necesita una oportunidad y una escucha.
¿DÓNDE ESTAMOS?
         Estamos en la “Gran nación de los Americanos”, raza pujante de conocimiento, de humanismo, pero sobre todo con la posibilidad de no ser dominada por ningún otro pensamiento totalitarista ajeno a nosotros. Podemos decir que somos una filosofía que nació y sigue desarrollándose para luego demostrar su plena madures a los demás que la ha subestimado.
         Estamos en el continente de la liberación y poseemos el arma para demostrarlo nuestro pensamiento y nuestra cultura como identidad.

3. ANÁLISIS FILOSÓFICO DEL “PENSAMIENTO LATINOAMERICANO” DE LEOPOLDO ZEA.
·        Lenguaje.         Expresarse a través del lenguaje es el factor fundamental de toda comunicación. Cuando alguien escribe en su idioma lo hace para su propio pueblo, ya que la traducción muchas veces limita el verdadero sentido de la vida expresada. Leopoldo Zea se envuelve muchas veces en palabrerías y no es concreto. La verdadera sabiduría es aquella a la que todos o la mayoría pueden acceder.
·        Remedista.        Muchos análisis de Leopoldo Zea dan a simple vista la impresión de que copia en líneas, lo antes expuesto en capítulos. Otra característica es la constante repetición de ideas. No es lo más adecuado. El ser remedista ha llevado al autor a reitera planteamientos hechos por otros de su época.
·        Irreligioso.        El hombre -universal- es un ser religioso por naturaleza. Lo religioso va unido a la trascendencia: un hombre capaz de solucionar problemas que se escapan de la pura racionalidad. Zea parece desconectar del hombre latinoamericano el sentido de la religión. Ciertamente, la religión organizada nos vino de Europa, pero, nuestros indígenas ¿no poseían una?.
·        Liberadora.          El ser humano es creativo. Es capaz de “romper esquemas”. Positivamente Zea propone una filosofía cultural latinoamericana que nos libere de “las cadenas” que no nos dejan pensar y actuar. Una filosofía liberadora es aquella que hace que el hombre piense...
·        Aforista.                    No podemos negar que Leopoldo Zea es un hombre adentrado en filosofía, es un verdadero “intelectual”. Conoce y profundiza en la filosofía. Es importante cuando se plantea una solución conocer sus causas, contexto y esencia. Ésta es una de las características que más podemos resaltar del autor: consagrado a filosofía latinoamericana.
·        Contradicción      Este autor emplea un modo especifico para referirse a las realidades que aquejan a nuestro continente, por ejemplo habla de un desprendimiento del modo de pensar, pues pensamos como pensaron y piensan los europeos. Habla de romper estos esquemas, pero lo contradictorio del caso es que dice que tenemos que imitar otros modelos de pensamiento, con la salvedad, que no sean europeos.
·        Neopositivismo        Muchas partes de Américalatina, fue poblada por muchas corrientes filosóficas, pero la de más auge fue la positivista, que consistía en un pensamiento libre de dogmatismos ideológicos, es decir una praxis de la experiencia positiva, que consistía en una atención de los hechos, repudio a la metafísica y sobre todo una hostilidad en contra de la religión. Ahora Leopoldo Zea, presenta un nuevo mirar a un estilo semejante a este, pero, con la diferencia, que éste nuevo pensamiento viene del norte, él dice que si de verdad queremos la libertad debemos imitar el estilo norteño, pues, concibe la libertad como un hecho empírico. Podemos decir, entonces, que este autor de una u otra forma apoya esta modalidad norteño.
·        Culturalidad         Leopoldo Zea, cuando habla de una posibilidad de filosofar latinoamericanamente, se refiere, a una filosofía netamente cultural, que se hace dentro de una cultura, para una cultura y por una cultura, donde el hombre latinoamericano exprese su pensamiento como identidad, pero entendamos que esta cultura es a la vez una pluralidad cultural que expresan la identidad Latinoamericana.
·        Progresista              Es progresista porque es una filosofía que nace del subdesarrollo y busca sobre todo el desarrollo del hombre concreto, y que a la vez una universalidad de conocimientos que sean como paradigmas para los otros hombres. Una filosofía accesible.
·        Sentimiento Latinoamericano.       Leopoldo Zea a través de su pensamiento a demostrado tener claro, el ¿por qué de su pensamiento? al tratar de crear un pensamiento latinoamericano que identifica la capacidad productiva del hombre y en concreto el hombre latinoamericano, y, ya no seguir imitando lo de afuera. Este sentimiento se convierte entonces en la filosofía de América.

4. PROPUESTAS PARA UNA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA.
         a. Experiencia.
                   Si queremos realmente crear una filosofía Latinoamericana hay que partir del quehacer cotidiano del hombre como materia prima. Creemos en una filosofía que haga el hombre con su experiencia con su cotidianidad. Una filosofía que no sea capaz de dar herramientas y conocimientos al mismo hombre es simplemente un conjunto de líneas vacías, de palabrerías, más no, llenas de sabiduría. No es caer en empirismo, es abrir la filosofía a quienes está dirigida. Es ubicarse en todo un contexto.
         Aquí radica entonces la diferencia de una filosofía latinoamericana, con respecto a la filosofía europea, por ejemplo, en que la “experiencia marca la diferencia”. Queremos una filosofía que haga progresar a los pueblos, que quiera cambiar aquello que desde hace décadas los hombres y mujeres latinoamericanos han querido superar. Y esto lo lograremos, a través, de la experiencia de la misma persona americana.

         b. Educación.
                   Ciertamente, la filosofía no puede caer en simple lenguaje coloquial. Necesitamos de un lenguaje sencillo, pero lleno de “sabiduría”. ¿cómo lo entendemos? La educación es un arma petrificada en el quehacer del hombre. El educar tiene que dejar de ser un simple “instrumento” de obtención de títulos para convertirse en la “defensa” a tantas tendencias libertinas que se presentan. La educación es para la vida, para desarrollar en el ser humano, su capacidad racional, su cultura, su quehacer.
         La filosofía latinoamericana debe tener como “carta bajo la manga”: la educación. La filosofía la hace el hombre, para responderse sobre varias interrogantes propuestas. Hoy en día se está alienando a la persona para que deje de “pensar”. ¿Nos estamos dejando influir? ¿Cómo combatirla? Con la educación para la vida-filosofía.



         c. Religión.
                   América Latina a superado la concepción de una filosofía positivista, no trascendente, puramente científica-empírica. Abrirse a la trascendencia es abrir un abanico de posibilidades de cambio a la que la filosofía  está llamada por naturaleza. El hombre es social, político... y también religioso. Aquí no se trata de reflexionar sobre las dos hipótesis, si Dios existe o no existe. Es reconocer que la pura racionalidad no llena las expectativas de la persona humana. Tenemos que de la persona humana. Tenemos que intensificar -también- nuestro estudio en la trascendencia, en la religiosidad del hombre, que es innata.
         Latinoamérica está impregnado de religiosidad, aprovechándola para seguir desarrollando con pensamiento que sacie nuestra propia sed y que alimente nuestra propia hambre.

d) Etnología.
         La etnología, sería en este caso la integración del pensamiento étnico como parte fundamental de nuestra identidad, no podemos seguir atendiendo sólo los problemas políticos y sociales. Aquí vale, decir como en el caso de la Teología de la Liberación, aplicar una opción concreta a un sector de la cultura, y que mejor que la cuantiosa diversidad de etnias presentes y existentes en nuestro continente, así podríamos entender un poco, el por qué de nuestra marginación. Crear una “Etnofilosofía”, claro que se ve un poco difícil, pero vale la pena hacerlo desde nosotros, pues, ya muchos europeos ya lo han hecho.

e) Interculturalidad.
         La Interculturalidad no es otra, que el diálogo entre las culturas, es una propuesta ya trabajado por Raúl Fornet-Betancour, pero que día a día está tomando mucha vigencia ante el fenómeno de la GLOBALIZACIÓN, lo que buscamos no es un solo modo de pensar, sino, un diálogo de culturas que conformen un pensamiento auténtico y praxista.

f) Antropología.
         Sabemos que la antropología ha sido muy tocada por muchos filósofos, se han nombrado una antropología alemana, francesa, medieval contemporánea, etc., etc., pero por qué no hablamos de una en particular, una antropología latinoamericana, que sea producida por pensadores propios de la región y continente. Una antropología que parta de una realidad del quehacer cultural del latino, una que sea etno-cultural, de esta antropología estamos hablando.

“A MODO DE CONCLUSIÓN…,”
         “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud…, leen para aplicar, pero no para copiar”. (José Martí, 1891).
¡Latinoamérica, a ti te digo, levántate!
         Una filosofía latinoamericana debe centrarse en la “indagación cultural”. La educación es el arma que consiste en prolongar, como una especie de “tradición oral” los principios, objetivos y finalidades del estudio sistemático y analítico de la filosofía cultural latinoamericana. Para esto es necesario que el hombre y la mujer de este continente se den cuenta de que son ellos los primeros promotores de su cultura; es necesario un despertar a la filosofía.
         Latinoamérica tiene que abrirse a la trascendencia, aprovechando toda la riqueza que posee, para tener una mejor visión de conjunto…, es posible no solo una filosofía, sino los hombres capaces de hacerla.
         La educación, la religión, la intelectualidad son algunas armas con las que podemos hacer cada día una mejor filosofía, pero, Latinoamérica no producirá una filosofía liberadora, sino cuando los habitantes sean capaces de liberarse ellos mismos de la esclavitud, de la pobreza, de la “cruz de cada día”…
¡Abajo cadenas, gritaba el Señor!


[1]Entendamos Aforismos como el conjunto de pensamientos propios del hombre en este caso del latinoamericano.
[2]Ocando, Gustavo.
[3]Frantz Fanon, los condenados de la tierra, México, 1963.

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