GRUPO DE ESTUDIO SSIA-IVCPASA

miércoles, 21 de diciembre de 2011

EN BÚSQUEDA DEL ¡HOMBRE NUEVO!

Fe Y Alegría, Constructora De Ese Hombre.
POR: LCDO. JUAN MONTIEL,
EX COORDINADOR PEDAGOGICO DE II Y III ETAPA
FE Y ALEGRIA "RAMON PAZ IPUANA"COJORO
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para rebatir. Para guiar en el bien. La escritura hace perfecto al hombre de Dios, preparándolo para toda obra buena” (2 Tim. 3, 16-17)
Para nadie representa un misterio el desenvolvimiento de la educación en el mundo, pues desde siempre la humanidad ha reconocido a la iglesia de cristo como la pionera en la evangelización de la cultura a través de la enseñanza educativa. Sabemos que este mandato de Jesús: “ID, pues, y haced discípulos enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (cfr. Mt. 28, 19- 20) impulsa a su iglesia representada en Fe y Alegría, a renovar constantemente los métodos para una educación eficaz y sobre todo que invite a desarrollar los sentidos en pro del mundo en el que vivimos.
Considerando la urgencia del desarrollo integral del hombre y de todos los hombres en la gran comunidad latinoamericana, los esfuerzos educativos adolecen de series deficiencia e inadecuaciones. Por eso, Fe y Alegría propone la propuesta de crear y aplicar un proyecto pedagógico integral, que parta de la visión de la escuela necesaria y de las necesidades de los alumnos y de su cosmovisión; pretendiendo así la integración de conocimientos, comprometiéndose, a su vez, por su misión de servicio, a utilizar todos los medios a su alcance.
Debemos, por ende, interpretar nuestra realidad educativa, primero desarraigando la exclusión de mucha gente de la educación básica, para combatir, el gran analfabetismo que existe en varios de nuestros países; sobre todo en nuestra comunidad particular; segundo, nos debe interpelar también la crisis de valores que hoy en día adolecen a nuestras familias, siendo promotores de valores humanos y cristianos, devolviéndoles así el papel protagónico, como primera educadora y responsable del proceso de enseñanza y aprendizaje de sus hijos. (Cfr. Santo Domingo, 267
Es arduo el trabajo por una educación en donde reine una verdadera formación para la vida. Una formación donde el mismo sujeto sea el principal motor de su aprendizaje. Para nosotros como institución católica el reto es aun mayor, porque nos aguarda una formación humana cristiana, donde se valorice al hombre nuevo, que nos indica San Pablo (Cfr. Ef. 4, 24; Col. 3, 10); “Donde se explote el don artístico y científico de ese hombre nuevo, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a sí mismo y al mundo y de superarse”[1]; para lograr así la formación integral del individuo. Toda ayuda será eficaz en la medida de que verdaderamente se valore lo nuevo. Sin dejar de ser nosotros; podemos abrir las puertas a la iniciativa de la iglesia de tener una educación donde reine Cristo Jesús el único y verdadero maestro. Refiriéndose al hombre nuevo, que es cristo, Juan Pablo II nos indica “que este Jesús llama a participar de su vida divina a la humanidad redimida”[2]. Luego señala citando a los Padres de la Iglesia, “sólo porque el Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre puede, en él y por medio de él, llegar a ser plenamente hijo de Dios”[3]. Este es el querer de de Fe y Alegría que clama en la actualidad ¡Hombres Nuevos! que sean capaces de encender la lámpara de la verdad, que puedan confesar su fe ante las naciones y sobre todo en cada uno de los ámbito de la sociedad pluralista en la que vivimos. Esto que Juan Pablo II señaló, la interpretó el P. jose Velaz de la siguiente manera “Fe y Alegría es un movimiento de educación popular integral y promoción social dirigido a la población excluida, para construir con ella un proyecto de transformación social, basado en los valores de justicia, equidad, participación y solidaridad”[4]
Nosotros como miembros de Fe y Alegría y de la familia de “Ramón Paz Ipuana”, debemos ser fiel a nuestra identidad de movimiento de educación popular, estar convencidos que la “educación es un poderoso instrumento de desarrollo humano y un medio de transformación social… (E implica) a la vez que se realicen acciones con los personas, incidir en el contexto… también desarrollar las posibilidades que permitan (crear) capacidades (que) se puedan ejercer para el bien de todos quienes forman parte de la sociedad”[5]
Hoy día es más difícil que antes sintetizar las varias disciplinas y ramas del saber. Porque, al crecer el acervo y la diversidad de elementos que constituyen la cultura, disminuye al mismo tiempo, la capacidad de cada hombre para captarlo y armonizarlo orgánicamente, de forma que, cada vez se va desdibujando más la imagen del hombre universal. Sin embargo, queda en pie para cada hombre, el deber de conservar la estructura de todas los seres humanos, en la que destacan los valores de la inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad; Todos los cuales se basan en Dios creador y han sido sanados y elevados maravillosamente en Cristo. (Gaudium et Spes. 61).
Ahora bien, nosotros como docentes debemos tener muy claro lo que verdaderamente significa, analógicamente, ser Fe y Alegría en palabras del P. De Viana.
“Lo que hace católica (a una escuela)…, no es la imposición de una confesionalidad doctrinal, sino su misión de promover un saber critico, integrado, interdisciplinario y enriquecido con una visión del hombre que afirma su inquebrantable dignidad y su apertura a lo trascendente”[6].

Con esta definición debemos posar nuestra atención sobre la realidad imperante de la formación integral del Ser (en este caso el alumno); formación que debe ser prioridad para todo docente, pues, de ella depende toda la capacidad de respuesta en el futuro del discente.
“Un hombre o una mujer formados integralmente son los mejor capacitados para el ejercicio profesional porque no sólo han aprendido “respuestas” sino que se han formado en el modo de resolver problemas para así poder enfrentar las situaciones siempre novedosas que les planteará la vida”[7]
Atendiendo a esta realidad, será necesario incorporar a nuestra planificación escolar, entiéndase P.P.A o P.P.I que promueva los valores etno-culturales, dignificando al alumno como “persona”, como se propone Fe y Alegría. Que parta de la realidad socio-histórica-cultural, pues, “la educación humaniza y personaliza…, al hombre; cuando éste logre desarrollarse plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndole facilitar en hábitos de comprensión y de comunión con la totalidad del orden real por los cuales el mismo hombre humaniza su mundo, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia”[8]. Por ende, la educación es verdaderamente plena, cuando es evangelizadora; que asume y completa la noción de educación liberadora, porque debe contribuir a la Conversión del hombre total, orientándolo radicalmente a la genuina Liberación cristiana que abre al hombre la plena participación de Cristo Resucitado. Sólo así, nuestros jóvenes podrán cubrir con las competencias necesarias en su formación intelectual; siendo nosotros, los docentes, unos emuladores de la hermosa pedagogía de Jesús, que se basa en el Amor, o, como se concebía en la antigua Grecia, un paidagogo es el que acompaña y conduce al paidos al crecimiento en todas las dimensiones de su Ser.
El carácter evangelizador, no es sólo propio de la Iglesia Católica, sino que es misión de todos los cristianos, “toda evangelización parte del mandato de Cristo a sus apóstoles y sucesores, se desarrolla en la comunidad de los bautizados, en el seno de comunidades vivas que comparten su fe”[9]; con esto queremos decir, que la educación es tarea del maestro o profesor de Fe y Alegría; pero que no se limita a esa persona, sino que es una acción en conjunto y que toma un carácter interdisciplinario y que podemos decir que esa comunidad de bautizados, no es otra, sino que, es nuestra escuela, que ha de ser promotora de valores cristianos-humanos, que forme verdaderos hijos de Dios que convivan en fraternidad en el amor “ágape”. En otras palabras, nuestra actividad ha de ser algo operativo, dinámico y esto exige un verdadero compromiso y adhesión al trabajo educativo que ha de traducirse en obras concretas. “El docente debe ser una persona que ame y sea capaz de empatizar, que sea docente por vocación”.
Dentro de nuestro plantel, que es donde se imparte toda acción pedagógica y es donde el discente pasa la mayor parte del día, es necesario que se tome en cuenta su realidad vital, pues vana será nuestra labor sino enfocamos una acción que no conozca al alumno desde su espiritualidad, desde su creencia, desde su cosmovisión; si obviamos esta realidad podemos caer en una enajenación que podría desplazar toda identidad cultural del discente, que no se apreciará al instante, sino en el futuro. Por esta razón se propone la inculturación, y ¿Qué es ésta inculturación?, Simple, es enseñar desde dentro de la misma cultura, en términos eclesiásticos”la inculturación (del evangelio), es un proceso que supone reconocimiento de los valores evangélicos que se han mantenido más o menos puros en la actual cultura; y el reconocimiento de nuevos valores que coinciden con el mensaje de Cristo. Mediante la inculturación se busca que la sociedad (nuestro pueblo Wayuu), descubra el carácter cristiano de estos valores evangélicos que están ausentes de la cultura, o porque se han oscurecidos, o porque han llegado a desaparecer”[10].
Como hemos dicho anteriormente, nuestra escuela, no es católica o cristiana sólo por su confesionalidad doctrinal, sino por su capacidad de promover y generar cambios que hagan que el hombre sea consciente de que es hijo de Dios y que la sociedad en la que está inmerso, es su comunidad de hermanos, en la que debe reforzar los valores de la fraternidad, amistad, solidaridad y amor entre tantos. Podemos decir que José María Velaz concibió y quiso que Fe y Alegría fuese vista de esta manera.
Por esta misma razón, al planificar nuestros proyectos de aula e integral, debemos primero partir de la premisa del “Ser-Religioso” y del Ser cognitivo y social de nuestros alumnos; un Ser-Religioso que posee una espiritualidad propia e innata, y un Ser capaz de aprender y descubrir cosas nuevas; por eso, Jesús de Nazareth al evangelizar utilizó elementos propios de la cultura judía: Idioma, costumbre, tradición, es decir, todo lo que formaba la identidad de ese pueblo, dándoles sentido a la plenitud de ser hijos de Dios capaces de amar y perdonar. Y sobre todo, sedientos de conocimientos.
Con mucha más razón, nuestra educación debe ser por excelencia humanizadora y humanizante, es decir, que exista en el proceso educativo un binomio fundamental: “enseñanza-aprendizaje”, “docente-discente”, que son los responsables de encausar una espiritualidad vivencial, que apunte a un compromiso último que se traduce en la configuración del Hombre y de Dios. Sólo de esta manera, desde la humanización, superaremos la crisis de civilización reflejada en la cultura de antivalores que padecemos; enrumbando al mundo por sendas de bienestar, justicia y convivencia, si la educación recobra su esencia humanizadora y se orienta a promover genuinas personas, capaces de vivir, de defender la vida y de dar la vida. De ahí entonces, la necesidad y la urgencia de asumir la educación como proyecto esencial de la sociedad. Podremos decir luego que nuestro trabajo arrojara enormes frutos, capaces de construir su propio futuro.
EL CENTRO EDUCATIVO Y EL DOCENTE QUE QUEREMOS: COMPROMISO DE EQUIPO Y PROMOCIÓN DE VALORES.
Cuando hablamos del perfil del docente de Fe y Alegría, debemos por sobre todo tener en cuenta que su trabajo es mucho mas importante para la sociedad, y que por gracia de Dios, posee una significante diferencia, la de ser hacedor de hombres de bien a semejanza de Jesús, quien proclamase la igualdad, la justicia y la fraternidad, fundada en el amor al prójimo. Por tanto, el docente y el centro educativo, deben ser continuadores de esta acción, de concebir hombres que sean capaces desde lo intelectual, desde lo humano, desde lo cultural y desde lo espiritual; que marquen la diferencia desde el respeto a los demás y de su entorno, la disciplina y la responsabilidad, por sobre todo, demuestren y reflejen a ese docente que los formó, como lo demostraron los discípulos de Jesús, cuando les toco testimoniar las grandezas de sus enseñanzas.
El centro educativo, ha de apoyarse en el componente pastoral, que no es simplemente un remedo de actividades religiosas o ritualistas; Claro está, que estas actividades son importantes para ir creando una conciencia de piedad religiosa y fortalecer una espiritualidad ya existente, pero, la pastoral no es solamente esto, sino que debe formar a todos los participantes del proceso de enseñanza-aprendizaje a que “posean una visión amplia e integrada de la cultura académica que se construye a partir de la cosmovisión que incluye al hombre abierto al cuestionamiento, a la responsabilidad ética y a la trascendencia”[11]. Con esto queremos decir, que todos los participantes deben estar conscientes de que esta cosmovisión es la realidad en donde está inmersa la escuela, es decir, la comunidad. Por esta razón, la escuela o centro educativo debe tener claro su misión específica, la de estar abierta a todas las visiones del hombre creando siempre un ambiente de dialogo.
En el proyecto de la Escuela Necesaria encontramos que:

“Todos los que nos involucramos en los centros educativos aprendemos a ser mejores personas..., a ser mejores cristianos solidarios con nuestros hermanos, a creer en nosotros, valorar nuestra cultura y a actuar para transformar la realidad que tenemos..., (por ende) promover la consolidación de centros educativos con el desarrollo de una educación de calidad que propicie en los niños y jóvenes..., la formación de personas con valores humanos y cristianos, conscientes de sus potencialidades y de su entorno, abierto a la trascendencia”[12]

Según este objetivo, el centro educativo, no es sólo una estructura encargada de formar hombres con una educación ajena a las enseñanzas evangélicas de Cristo, y que cada miembro esté exento a educar en valores. No, el centro educativo debe generar una corresponsabilidad con el proceso de enseñanza-aprendizaje; debe generar identidad, cooperación, solidaridad; y todo esto se logra, cuando se asuma la pastoral como una acción en conjunto, en la que todos los miembros del centro son tan responsables de la educación y en donde todos asuman el compromiso de construir la Escuela Necesaria.
Con respecto a la Educación Juan Pablo II decía que; “el proceso didáctico propio de la clase de religión deberá caracterizarse por una clara validez, orientada a formar personalidades juveniles ricas de interioridad, dotadas de fuerza moral y abiertas a los valores de justicia, de solidaridad y de la paz, capaces de utilizar bien la propia libertad.” Juan Pablo II, no se refería solo a la clase de religión, sino a la misma acción de la actividad escolar en el aula. No podemos separar nuestra actividad del proceso formativo de personas abiertas desde lo pedagógico, a los valores humanos y religiosos, por tal razón, no debemos olvidar este rol tan fundamental que definen nuestro perfil docente. Resumiendo, la pedagogía se debe apoyar en la pastoral.
EL PERFIL DE DOCENTE QUE QUEREMOS
En otras palabras, los educadores debemos esforzarnos por educar con el ejemplo y con la vida, de modo que no neguemos nuestras acciones, conductas y lo que pronuncia nuestros labios. Pues, el sentido último de la vida es dar la vida por aquel quien la necesita, en nuestro caso, los alumnos de la U. B. Fe y Alegría “Ramón Paz Ipuana”.
Resumiendo, el perfil de docente que queremos es el que educa para la libertad y la felicidad, sólo será posible si contamos con docentes que no le temen a las alturas, es decir, que no teman al cambio, que rompan con el paradigma tradicional que han venido trabajando y que sean capaces de adecuarse a la realidad nueva e innovadora; docentes que han descubierto su vocación de cumbre y viven empeñados en vuelos más altos e imponentes. Educadores que asuman su misión como portadores del espíritu, personas comprometidas en el crecimiento interior de cada alumno, que se ponen junto a él con respeto, admiración y cariño, y le brindan el apoyo necesario para que pueda desarrollar todas las posibilidades y encontrar su misión en una vida libre y feliz.
LOS PADRES Y REPRESENTANTES DENTRO DE NUESTRO PROYECTOS DE CENTRO, DE AULA E INTEGRAL.
Las familias deben recuperar su papel protagónico de primeros educadores, y que asumen también como educandos, dispuestos a cambiar y transformarse, a involucrarse activamente en la construcción del proyecto del centro educativo, de modo que la escuela se vaya estructurando como un modelo de la nueva sociedad que se pretende.
Nosotros como docentes, debemos por sobre todo tener en cuenta “que la familia es el primer ambiente vital que encuentra el hombre al venir a este mundo..., por esto es importante cuidarla y protegerla..., ella es el lugar del amor y de la vida; el lugar donde el amor engendra la vida”[13]. Nuestros proyectos siempre parten de la necesidad del niño, y consultamos con el currículo los contenidos para remediar sus debilidades, pero se nos pasa por alto incluir a los representantes, darles un lugar en el que sean corresponsables de la formación sus hijos. Reforzando el trípode alumno-representante-docente.
LOS PRIMEROS EDUCADORES SON LOS PADRES Y NOSOTROS SUS COLABORADORES.
Juan Pablo II, en el encuentro con las familias en Foggia (Italia), en su alocución les decía “vosotros, padres, sois y debéis ser los primeros y fundamentales educadores de vuestros hijos..., asumís la tarea de ayudarlos eficazmente a vivir una vida plenamente humana y cristiana. La familia es la primera escuela de virtudes humanas y sociales”[14]
Nuestra acción debe entonces dirigirse a crear conciencia en los padres y representantes sobre la prioridad de la educación cristiana que deben promover, para dignificar su humanidad. Que eduquen a los hijos en los grandes valores de la fe cristiana; en la fe en Dios Padre, en Cristo, su Hijo y en el Espíritu Santo. Ellos son la primera escuela de catequesis que tendrán siempre. En otras palabras, la familia es la primera y fundamental escuela de socialidad; como comunidad de amor, encuentra en el don de sí misma la ley que la rige y hace creer.
Nosotros como docentes, nunca debemos excluir a la familia de nuestra planificación escolar, pues estaríamos privándolos de un deber que deben asumir con nosotros, porque ellos son los primeros responsables de formar hombres y mujeres dentro de una moral familiar que vaya en construcción de una sociedad congruente, por tanto, nosotros debemos reforzar y apoyar su labor cotidiana convirtiéndonos en sus colaboradores en la construcción de una moral en valores.
LAS ESCUELAS CATÓLICAS SU MISIÓN ANTE EL PLURALISMO EDUCATIVO.
El proceso educativo tiene una gran diversidad que se limita a la formación meramente intelectual, descuidando la dimensión humana religiosa, decíamos anteriormente que la educación comienza por casa, donde la vida familiar tiende a enseñar las virtudes sociales y al amor a Dios y al prójimo. Pero la familia hoy en día necesita de mucha mayor colaboración, es aquí entonces, donde aparece la imperiosa labor de la gran familia de Fe y Alegría, en la educación católica, es donde interviene entonces, en la que verdaderamente se construye una nueva sociedad a través de las siguientes perspectivas:
a.    “El sentido de lo trascendente de la vida humana que se fundamenta en la experiencia de Dios.
b.    La dignidad inalienable de la persona humana que se fundamenta en la Creación y en la Redención.
c.    La igualdad fundamental de todos los hombres que se fundamenta en la Encarnación del Verbo.
d.    La Libertad de la persona humana, que se fundamentan en su dignidad y que impide su subordinación al orden de los medios intrahistóricos.
e.    En el sentido de la Historia humana que no queda anulado por el dolor ni el fracaso intrahistórico, sino que encuentra en la cruz de Cristo una clave de interpretación y de esperanza trascendente.”[15]

            Con este trabajo se pretende crear conciencia de nuestro trabajo, descubriendo la gran visión que nos presenta Fe y Alegría. Nos toca a nosotros en “Ramón Paz Ipuana” ser los nuevos visionarios de este sueño y trabajo tan grande que todavía está en construcción.


Reflexionemos juntos.
  1. Cuales las urgencias mas prioritarias en nuestro centros?
  2. Que métodos podemos implementar para que renovar nuestro quehacer?
  3. Verdaderamente enfocamos nuestro quehacer educativo desde la visión de escuela necesario y de nuestro proyecto de centro?
  4. Verdaderamente estamos siendo agentes promotores de los valores humanos-cristianos.
  5. Somos verdaderamente constructores de ese Hombre Nuevo?
  6. Que antivalores asedian nuestro centro?
  7. Somos verdaderamente promotores de una educación Popular?
  8. estamos humanizando a nuestros alumnos y  a nosotros a la vez?
  9. nosotros como docentes somos verdaderamente intercultores?
  10. Podemos definir nuestro perfil como docentes de Ramón Paz Ipuana?
  11. Somos constructores y corresponsables de una verdadera pastoral de aula y de centro?
  12. Nuestros representantes, están involucrados en el proceso formativo de los alumnos?
  13. A través de que instrumentos podemos involucrar a los representantes en el proceso educativo de sus hijos?
  14. Las perspectivas que aparecen en la disertación, las hemos aplicado en nuestro quehacer pedagógico?


Evaluación de la actividad
¿Que elementos hay que mejora?

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